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Su emprendimiento, llamado "Belamiel", no solo busca producir miel de calidad, sino también diversificar variedades, rescatar sabores propios de la zona y contribuir al desarrollo económico local.
Daniel representa a una generación de jóvenes que están cambiando el rostro del campo chileno. Recientemente, participó en los talleres de "Mi Primer Negocio Rural", programa impulsado por Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap), que entrega apoyo financiero y asesoría técnica a agricultores jóvenes para ayudarlos a formalizar sus negocios y proyectarse en los mercados regionales y nacionales.
Daniel creció rodeado de abejas. Su familia lleva años dedicada a la apicultura, pero él decidió dar un paso más allá: profesionalizar el oficio y convertirlo en un negocio con valor agregado.
Su propuesta es simple y ambiciosa: diversificar las variedades de miel, resaltando los sabores propios de las floraciones locales como el ulmo, el avellano, el peumo, entre otras.
Para lograrlo, planea invertir el financiamiento entregado por el programa en más núcleos de abejas, alimentación, sanidad y equipamiento técnico.
Su meta es aumentar la producción, mejorar la calidad de las colmenas y potenciar el emprendimiento como una fuente estable de ingresos para su familia y su comunidad.
El primer paso en este camino fue participar en los talleres organizados en Cañete, donde jóvenes agricultores de toda la región del Biobío recibieron capacitación en modelo de negocios Canvas.
Allí aprendieron a diseñar propuestas de valor, segmentar clientes, definir estrategias comerciales y entender cómo diferenciarse en un mercado cada vez más competitivo.
"Fue una experiencia muy valiosa. Aprendimos a mirar nuestros negocios desde otra perspectiva, a pensar en cómo agregar valor y no solo en producir. Para mí fue clave para darle forma a mis ideas y proyectarlas a futuro", contó Daniel, quien ahora se prepara para consolidar su marca y generar redes de distribución que le permitan llegar a más consumidores.
El programa Mi Primer Negocio Rural no solo entrega financiamiento inicial de hasta $3,5 millones para inversión y $700.000 para capital de operación, sino también asesoría integral por tres años en áreas como producción, formalización, marketing y contabilidad.
Su objetivo es apoyar a jóvenes rurales de entre 18 y 40 años a formalizar sus proyectos y a quedarse en el campo con oportunidades concretas de desarrollo.
"Estos jóvenes son el futuro del campo. Con este apoyo les damos herramientas para que puedan desarrollarse en sus territorios, generar empleo y aportar a la soberanía alimentaria del país", señaló la directora regional de Indap, Fabiola Lara.
El emprendimiento de Daniel es también un reflejo del potencial económico de Santa Bárbara y de la región del Biobío. Su apuesta no se limita a producir miel, sino que busca rescatar el patrimonio natural, destacar la diversidad de la flora local y fortalecer el comercio rural.
Con entusiasmo, este joven emprendedor sueña con ampliar su producción, llegar a nuevas comunas y, en el futuro, exportar sus productos.
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