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La Tribuna

Los peores crímenes en la historia de Los Ángeles (en los últimos 60 años)

por Juvenal Rivera Sanhueza

El reciente crimen de la joven María Jesús Troncoso hizo rememorar los asesinatos ocurridos en la capital provincial y que han permanecido en la memoria de la comunidad.

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María Jesús Troncoso tenía 16 años cuando un vecino - un ex carabinero condenado por varios asaltos cometidos 10 años antes- entró a su casa y la asesinó para robarle.

Lo cruel y sin sentido del crimen de la adolescente causó profunda conmoción pública y generó una acción permanente de parte de su familiar para visibilizar el caso para exigir justicia.

Al cabo, hace un par de semanas que un tribunal de Los Ángeles condenó a Jorge Rebolledo Martínez a presidio perpetuo calificado, es decir, recién en 40 años podrá solicitar un beneficio carcelario.

El crimen pasó a engrosar la lista de delitos que han tenido alta connotación ciudadana y que han estado de manera permanente en el interés de la opinión pública.

En la siguiente nota, repasamos tres asesinatos violentos que estremecieron a los residentes de Los Ángeles en las últimas décadas.

CRIMEN DE LAS PROFESORAS EN CUÑIBAL

La tumba de las profesoras Anita Figueroa Saavedra y Carmen Luisa Olivares es la única en el cementerio general de Los Angeles que es motivo de veneración popular. Ambas sepultadas juntas después que fueran brutalmente asesinadas en diciembre de 1966 en el sector de Cuñibal, al suroriente de Los Ángeles, por el camino a Santa Bárbara.

El mausoleo de las educadoras tiene una gran cantidad de placas de agradecimiento "por favores concedidos", lo que revela el impacto que aún genera semejante hecho de sangre.

Todo partió el 6 de diciembre de 1966, cuando ya terminaba el año de clases, las profesoras Anita Figueroa Saavedra y Carmen Luisa Olivares aparecieron brutalmente asesinadas en las propias instalaciones de la escuela 122 "Las Hortensias" del sector de Cuñibal, a unos 12 kilómetros de Los Angeles, por el camino a Santa Bárbara.

No se recordaba un crimen tan violento como el cometido en ese apacible sector rural de la comuna. Más aún, contra dos jóvenes educadoras normalistas que recién se estaban iniciando en la profesión, las cuales fueron asesinadas y ultrajadas, además de robarles una importante suma de dinero.

Tan pronto como pasó el impacto por el asesinato doble, se montó una verdadera cacería humana para ubicar a los responsables. Decenas de efectivos policiales salieron en la búsqueda de los criminales que interrogaron a varios sospechosos, que recogieron decenas de testimonios de gente que pudo haber visto algo.

Fueron detenidos Aladino Burgos (16 años), ex alumno de la misma escuela, y José Ángel Rodríguez Cifuentes (26). El móvil habría sido el robo pero el adolescente habría actuado también en venganza al ser avergonzado en clases cuando se  dio lectura en clases a una carta que le escribió a su polola.

Ambos fueron condenados, aunque uno de ellos murió en una riña en la cárcel. 

Ver video: " Lugares para conocer en el cementerio general: La tumba de las profesoras asesinadas en Cuñibal"

 Lugares para conocer en el cementerio general: La tumba de las profesoras asesinadas en Cuñibal  / La Tribuna
Lugares para conocer en el cementerio general: La tumba de las profesoras asesinadas en Cuñibal La Tribuna

EL CRIMEN DE LA YOLY

Más de mil personas se arremolinaron en el frontis de la casa signada con el número 768 de la calle Colón: ¡Que la maten!, decía la multitud enardecida.

El 23 de noviembre de 1978, Florinia Yolanda Campos Beroíza, la Yoly, acompañada del juez Guillermo Silva, detalló cómo perpetró uno de los hechos de sangre más violentos y sinsentido de las últimas décadas en la ciudad.

Yoly - con 19 años y de aspecto opaco y distante-  declara ser la única responsable de triple asesinato ocurrido en la madrugada del 17 de noviembre y que cuesta la vida de Liliana Olivares (40 años), y del hijo de ésta: Claudio, de solo cuatro años. También de Virginia Pérez Vazarte (79) quien queda herida de gravedad y fallece días después en el hospital regional de Concepción. Herido de gravedad queda Álvaro (3 años).

En un extraño episodio de compasión - o lucidez - en medio de esa locura de horror y sangre, Felipe, de 7 años, salva sin lesiones.

Los medios se hacen eco del suceso policial y no escatiman en adjetivos para catalogarla: "la empleada asesina" o "la fiera". Sin embargo, pasaría a la historia de Los Angeles simplemente como "la Yoly",  sindicada como la autora de un triple homicidio en la ciudad.

Debido al crimen, también hubo una sicosis colectiva en Los Angeles. Se instaló el miedo en la población y muchas dueñas de casa despidieron a sus empleadas por el miedo a que las pudieran atacar.

La Yoly fue rápidamente condenada a 20 años de presidio. Aunque existía la pena de muerte, su embarazo habría descartado esa sentencia.

A mediados de los años ’90, fue buscada por el periodista Carlos Pinto, productor del programa Mea Culpa para contar la historia, con su relato de por medio. Pero la Yoly no fue habida. No volvió cuando se le otorgó el beneficio carcelario de la salida dominical.

CRIMEN DEL PEDIATRA EN LA VILLA ESPAÑA

A media mañana del viernes 21 de diciembre del año 2001, comenzaron a surgir las primeras informaciones sobre un brutal asesinato. En una vivienda de la villa España, un barrio de clase media de Los Ángeles, era encontrado el cadáver del médico pediatra Ricardo Valenzuela Cabrera. El hallazgo fue realizado por la empleada de la casa que, como todos los días, llegaba a las 9 de la mañana al domicilio signado con el número 0660 de la avenida Almirante Latorre.

Al subir al segundo piso, en el dormitorio principal, se encontró con un cuadro horroroso. Sobre la cama, yacía el cuerpo sin vida y completamente ensangrentado del profesional, de 40 años, que cumplía funciones en la unidad de neonatología del hospital base "Doctor Víctor Ríos Ruiz" de esta ciudad.

Valenzuela presentaba una veintena de puñaladas en el pecho, espalda y brazos. También tenía cortes en los antebrazos, señal de que intentó defenderse de su atacante. Sin embargo, la intensa hemorragia y los daños severos en órganos vitales le terminaron costando la vida. Como si fuera poco, le fueron robadas diversas especies de valor, como dinero, relojes y teléfonos.

No pasaron muchos días antes que se capturara al responsable del asesinato. Las pistas encontradas en la misma vivienda del médico, como una agenda de teléfonos, además del registro de llamadas, condujeron la investigación hacia un sospechoso: Nolberto Eduardo Ulloa Quezada. Aunque huyó a la capital, fue ubicado y detenido. En el tribunal admitió la autoría del crimen y fue condenado a 20 años de cárcel.

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