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Allí, entre fotos, platos típicos y relatos de antaño, trabaja Zacarías Alarcón, un hombre de 70 años nacido y criado en Nacimiento, provincia de Biobío, que hizo de la gastronomía su camino, su sustento y su legado.
Don Zacarías —como la gente lo conoce— tiene una memoria que parece grabada en piedra. Relata que comenzó a explorar esta forma de vida a temprana edad: "Yo partí a los 14 años. Viajaba desde Nacimiento a Santiago en verano para trabajar de copero y asistente de cocina en los restaurantes".
A esa edad en que muchos todavía están aprendiendo de la vida, él ya sabía que quería ganarse la suya con el sudor de su frente.
"Prefería estar en la cocina antes que en otra pega, y así me fui metiendo en la gastronomía. Me gustó y nunca más solté ese mundo", reflexiona.
Estudió en el Liceo de Nacimiento, jugó a la pelota en las canchas de la comuna con sus amigos de infancia y vendió chicha junto a su familia en el camino a Los Ángeles, en un camino de piedras que hoy en día es una carretera asfaltada con doble vía.
"Mi papá tenía una quinta en Chacaico e íbamos en carreta. Hoy miro atrás y digo: todo eso me forjó", sostiene Alarcón.
Pero su vida se consolidó en la capital. Primero como ayudante en restaurantes turísticos del centro, luego como administrador de grandes locales y, más tarde, como supervisor de servicios en instituciones como el Hospital de Carabineros.
Hasta que un día, como él dice, "me tiré solo y me hice independiente". Y así nació "Donde Zacarías", primero en un local pequeño ubicado en Los Carrera con avenida Alameda, y más tarde, en su local actual, en la emblemática calle Dieciocho.
"No se me dio fácil la cosa. Dormía cuatro horas y el resto era puro trabajo. Pero con esfuerzo uno llega", afirma. A punta de empuje, amor por lo que hace y esa atención cercana que entrega él mismo en el mesón, fue ganándose un espacio en el corazón santiaguino.
Hoy, su restaurante es uno de los más reconocidos del centro, no solo por la calidad de su comida casera, sino también por su historia y su presencia cultural.
Entre 600 y 800 personas pasan diariamente por el local, atraídas por sus platos abundantes, su ambiente cálido y su carta llena de identidad chilena.
Entre sus especialidades destacan preparaciones tradicionales como la cazuela, el costillar, la carne mechada, la humita, el lomo a lo pobre y la pechuga grillé, siempre con una presentación abundante y sabrosa.
Pero Zacarías Alarcón no solo se ha preocupado del sabor. También ha pensado en la seguridad de sus comensales: todos sus garzones están capacitados en primeros auxilios gracias a un curso en la Asociación Chilena de Seguridad.
"No quiero que nadie se me muera en el local. Aunque es raro que alguien se atragante, si pasa, mis trabajadores están preparados", explica con esa mezcla de humor y responsabilidad que lo caracteriza.
Su historia como emprendedor está también ligada al mundo de las fondas. "La primera que hice fue porque no me dejaron entrar a una cuando era joven. Me dije: el próximo año la hago yo", recuerda entre risas.
Así nació la Fonda Donde Zacarías, que llegó a ser una de las más grandes del Parque O'Higgins, con una visita inolvidable de la cantante Paloma San Basilio. "Después de eso se llenó de prensa. Fue un tremendo empuje para todo lo que vino después", recuerda.
El local también ha sido escenario de comerciales, grabaciones para HBO, películas chilenas y entrevistas televisivas. Tiene más de 100 videos en YouTube y ha recibido a actores como Benicio del Toro. No por nada ha sido incluido en las rutas patrimoniales del centro de Santiago.
La historia no se detiene ahí: Zacarías Alarcón está en pleno proceso de abrir un nuevo local en Providencia, señal clara de que la receta del trabajo duro sigue dando frutos.
A pesar de sus éxitos, el emprendedor no olvida sus raíces. Por ello, está gestionando junto al municipio de Nacimiento una actividad que, espera, se transforme en un hito turístico para su tierra natal: la chorrillana más grande de la comuna.
Padre de tres hijas y abuelo de tres nietas, su legado no solo vive en su familia, sino también en cada cliente que se sienta a comer un chacarero, un lomito o una cazuela en su local.
Lo que muchos no saben es que al cruzar la puerta de "Donde Zacarías" no solo están entrando a un restaurante: están participando de la historia de vida de un niño de Chacaico que soñó con cocinar y lo logró.
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