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Su historia con la música comenzó en séptimo básico, cuando decidió integrarse a la banda del liceo, atraída por el sonido de los instrumentos de percusión y el compañerismo de los integrantes de la banda. Desde entonces, su dedicación y constancia la llevaron a ocupar un rol clave dentro de la formación musical.
"Entré porque me interesó, me gustaba la música y me llamaba la atención la banda. Desde ahí nunca más me quise salir", relató Rocío, quien reconoce que cada presentación le genera nervios, pero que el apoyo de sus compañeros le permite superar cualquier dificultad.
Su primer rol fue como "caja", ese grupo de percusionistas que marca el ritmo al frente del desfile.
Pero sus ganas de aprender la llevaron, este año, a ser elegida tambor mayor, un puesto clave dentro de la formación musical, "mi compañera renunció y yo ya estaba preparándome, entonces me dejaron a mí", recordó con humildad.
Este cambio llevó a Rocío a guiar a toda la banda durante desfiles y presentaciones oficiales, abriendo paso con el uniforme impecable y la mirada firme.
En el pasado desfile de los estudiantes, realizado en la plaza de armas de la ciudad de Los Ángeles, la alumna atrajo las miradas, al dar inicio al desfile junto a su guaripola de guerra.
Rocío vive junto a sus padres y su hermana mayor, y reparte sus días entre el colegio, ensayos y su vida familiar. La disciplina ha sido clave en su progreso, pues comentó que la banda ensaya tres veces por semana durante la tarde, y cada presentación exige largas horas de preparación.
Más allá de la música, esta experiencia le ha enseñado valores como el trabajo en equipo, la responsabilidad y la empatía. "Siempre he sido alegre, de tirar la talla, pero cuando llega el momento de la banda me pongo seria, porque hay que demostrar carácter. Sé que tengo que liderar con respeto, y eso me ha hecho crecer", comentó.
Ese mensaje resuena en su liceo, donde profesores y compañeros ven el reflejo del esfuerzo y la perseverancia. Para Rocío, este espacio no solo ha sido una plataforma artística, sino también un entrenamiento para desarrollar habilidades que la acompañarán siempre: seguridad y disciplina.
A pesar de su amor por la música, Rocío no planea dedicar su vida profesional a este ámbito, aunque no descarta seguir vinculada. "Me gustaría participar en la banda hasta terminar el liceo, después ver qué oportunidades me da la vida. Prefiero estudiar en la universidad", señaló.
Lo que tiene claro es que esta experiencia marcará su camino. "La banda me ha dado confianza en mí misma. Me gusta aprender"
La historia de Rocío es una invitación a reflexionar sobre el valor de los espacios artísticos y extracurriculares en la formación de los jóvenes. No solo potencian talentos, sino que también desarrollan liderazgo y responsabilidad.
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