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En el mundo del emprendimiento se habla mucho de startups, pero no siempre se entiende qué son, cómo funcionan y por qué son distintas a un negocio tradicional. Steve Blank, referente mundial en innovación, las definió en 2012 como "organizaciones temporales diseñadas para buscar un modelo de negocios repetible y escalable bajo condiciones de extrema incertidumbre".
A diferencia de una pyme tradicional, las startups nacen con visión global, se caracterizan por su capacidad de escalar rápidamente, por resolver problemas con innovación tecnológica o de modelo de negocio, y por financiarse mediante inversión de riesgo o subsidios públicos. Casos como NotCo, en Chile, o Airbnb, a nivel global, muestran cómo un problema cotidiano puede transformarse en una industria completamente nueva.
Uno de los actores clave en este terreno ha sido Start-Up Chile, la primera aceleradora pública del mundo, creada en 2010 tras la crisis financiera y el terremoto de ese año. La idea parecía un experimento: que el Estado invirtiera en personas y tecnologías con potencial de impacto. Quince años después, el programa se consolidó como una política pública reconocida a nivel global, que ha atraído a más de tres mil startups de 98 países.
Su directora ejecutiva, Javiera Araneda, destaca que este camino transformó a Chile en un polo visible de innovación: "Pasamos de ser un loco experimento a una política pública que trascendió a los gobiernos, porque ha demostrado generar un impacto socioeconómico en el país y en las personas. Hoy nuestro rol sigue siendo articular, generar flujo de oportunidades y posicionar a Chile internacionalmente como un actor relevante en innovación".
Desde su experiencia, Araneda ha visto cómo el ecosistema chileno ha madurado. Aunque el portafolio de Start-Up Chile incluye empresas de múltiples industrias y nacionalidades, asegura que hay más puntos en común que diferencias:
Pero el camino al mercado global no está libre de barreras. Araneda reconoce que: "nuestro programa de aceleración se realiza en inglés y pedimos a los equipos hacer sus presentaciones en ese idioma. Queremos que desde el inicio piensen en clave global. El desafío es que sus soluciones respondan a problemas que afecten a poblaciones más allá de un país en particular, y que usen la tecnología como motor de escalabilidad", sostiene.
Un aspecto central para Araneda es la descentralización de la innovación. Start-Up Chile impulsa el programa Give Back, a través del cual los emprendedores apoyados "devuelven la mano" dictando charlas, talleres y mentorías en distintas regiones.
"El último año hemos estado presentes en territorios como Coquimbo, Biobío, La Araucanía y Aysén. Allí los emprendedores vinculados a Start-Up Chile han compartido su conocimiento con universidades, municipios y centros de emprendimiento. Queremos que el impacto de nuestro programa se extienda a nivel nacional, fortaleciendo capacidades locales y conectando a emprendedores regionales con redes internacionales", explica.
Las startups no son un lujo ni un término de moda. Son motores de transformación que combinan innovación, escalabilidad y visión global para resolver problemas reales. Chile tiene una oportunidad única: aprovechar la fuerza de sus científicos, emprendedores y territorios para convertir conocimiento en empresas de impacto.
La directora de Start-Up Chile invita a los nuevos emprendedores a dar el salto con propósito y apertura:
Como recuerda Javiera, lo esencial es atreverse a llevar la ciencia y la innovación fuera del laboratorio y ponerlas al servicio de las personas y de la economía. Ese es, finalmente, el verdadero valor de una startup.
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