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José Luis Riquelme Echeverría, conocido como "Pepe", convirtió su pasión por la fotografía en una misión ciudadana: preservar la memoria visual de Los Ángeles.
Desde 2016 documenta el pasado arquitectónico angelino a través de su página "Reportero Patrimonial Los Ángeles", que suma más de 24 mil seguidores y supera 1.850.000 visualizaciones.
"Nacido y mal criado en Los Ángeles", como él mismo se define entre risas, cursó su enseñanza básica en la Escuela Superior de Niños N°1 y egresó de cuarto medio en la jornada nocturna del Liceo de Hombres. Su vocación por observar y contar precede a su manejo de la cámara, herramienta que dominó durante su prolongada estadía en el extranjero.
En 1979 emigró a Paraguay por motivos laborales, iniciando un periplo de 18 años por distintos países sudamericanos. Fue en Asunción donde perfeccionó la fotografía, pasión que cultivaba desde la infancia.
Trabajó para agencias publicitarias, retrató desfiles de moda y eventos en Paraguay, Uruguay y Argentina. Su lente capturó modelos e inauguraciones diplomáticas, forjando el oficio que traería de vuelta a casa.
Al regresar en 1995, se desempeñó como reportero gráfico en el seminario Multiaviso y La Tribuna, y prestó servicios a empresas y campañas políticas. También ejerció como fotógrafo institucional en la Prefectura de Carabineros y, entre 1996 y 2006, como perito fotógrafo de la Policía de Investigaciones (PDI), especializándose en escenas complejas como homicidios.
La preocupación por la destrucción silenciosa del patrimonio arquitectónico angelino motivó su transformación en 2016.
Comenzó a fotografiar casas antiguas, calles tradicionales y construcciones emblemáticas para evitar que desaparecieran sin dejar rastro. Así nació su página de Facebook, donde publica imágenes cargadas de nostalgia e historia, acompañadas de textos que narran el origen, evolución y significado de esos espacios y personajes.
Las fotografías despertaron recuerdos dormidos en los vecinos: "Ahí vivía mi abuela", "ese era el negocio del Don Lucho" o "en esa esquina vendían helados artesanales". Riquelme se convirtió en investigador autodidacta: revisó archivos, exploró diarios antiguos, entrevistó testigos y construyó pacientemente una narrativa coral de la ciudad.
Sus relatos abarcan desde el siglo XVII hasta mediados del XX, rescatando familias, héroes anónimos, casas de época, costumbres, modas y oficios extintos.
Organiza rutas patrimoniales como las visitas nocturnas al Cementerio General, que recientemente convocaron más de 500 personas, y actos de homenaje como el realizado en 2025 a 14 comercios con más de un siglo de existencia. Su trabajo trasciende la documentación: genera encuentros comunitarios y revitaliza la identidad local.
Su esposa, Marisol Acuña Roca, comunicadora social y madre de tres de sus hijos —Sebastián, María Josefa y Nicolás— es su socia estratégica, productora general y principal impulsora. "Ella es mi motor, quien me empuja a seguir", reconoce Riquelme.
Según relata, en la calle lo reconocen y lo detienen para agradecerle y compartir datos históricos. Durante la entrevista con La Tribuna, varios vecinos se acercaron a saludarlo, muestra de que su figura ha ganado el respeto de la comunidad, las autoridades locales y, en cierta forma, de la propia historia angelina.
A sus casi 70 años, Pepe mantiene el ritmo. Su próxima meta es publicar un libro que recorra visualmente la trayectoria de Los Ángeles: una memoria gráfica que conserve lo que el olvido y el progreso a veces sepultan.
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