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Padre Gustavo Valencia se refiere a su nueva designación: "La obediencia me vuelve a mandar a Quintero"

por Claudia A. Fuentes Riveros

En la comuna costera, perteneciente a la hoy muy azotada región de Valparaíso, el sacerdote perteneciente a la obra de Don Orione, se hará cargo de un colegio y de una institución para niños y niñas, con discapacidad.

Padre Gustavo Valencia Aguilera / Diario La Tribuna

Siguiendo sus votos de obediencia, y tras 15 años como párroco en Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Los Ángeles, el padre Gustavo Valencia Aguilera dio a conocer su traslado, a contar del presente mes, a la ciudad de Quinteros.

La noticia se dio en el marco de su aniversario número 34 como sacerdote, y generó gran revuelo a nivel comunal, debido a la cercanía con los feligreses y el intenso trabajo solidario que el padre Gustavo ha realizado en nuestra zona, al alero de su parroquia, y también de Caritas; lo que ha sido siempre tremendamente valorado por la comunidad.

Consultado por esta designación, el párroco de 62 años, y con 44 años dedicado a la vida religiosa, adelantó que se hará cargo del colegio de la obra en Quintero, establecimiento con una matrícula de más de mil 500 alumnos, además, de una institución para niños con discapacidad.

"Nosotros los religiosos tenemos tres votos. El de castidad, el de pobreza y obediencia. El de obediencia significa que cuando los superiores nos mandan, tenemos que obedecer. Yo he tenido varios momentos de obediencia y el primero fue justamente Quintero, hace ya 34 años. Después Iquique, después Santiago. Y de Santiago hace 15 años me mandaron a Los Ángeles. Ahora la obediencia me vuelve a mandar a Quintero", resumió.

El párroco manifestó que la obediencia es un regalo de Dios, y aunque siempre las partidas son difíciles, rescata el trabajo realizado y las personas que ha conocido, y los afectos que trascienden las distancias. "Algunas personas dicen, usted no es libre porque lo mandan. Y es todo lo contrario, yo mi libertad la entregué cuando hice mis primeros votos y le dije a mi congregación, usted haga lo que quiera conmigo. Y bueno, me han ido mandando a diferentes lugares. Siempre las partidas son difíciles, pero después uno se acostumbra y tiene amigos ahí donde llegó y los amigos que son de donde uno viene. Así que el regalo más lindo es los afectos que uno va dejando en cada uno de estos lugares".

HASTA SIEMPRE LOS ÁNGELES

Sobre su extenso pasó por Los Ángeles, el padre Gustavo confidenció que los mejores recuerdos están con los feligreses, con los cuales ha compartido, también con el obispo y todos los sacerdotes a quien conoció durante estos 15 años.  "El trabajo en la parroquia desde siempre me ha gustado, porque para un colegio puede haber un director laico, lo mismo para un hogar, pero en el caso de una parroquia tiene que ser un sacerdote.  Este trabajo me permitió estar más cerca de la gente más vulnerable, en la Pastoral Social. Y por supuesto, la parte comunicacional, tanto en el departamento comunicacional del obispado como en la radio Regina Coeli, donde fui director, además, de muchos otros lugares que han sido importantes para mí y me han dejado siempre una linda lección".

El padre Gustavo señaló que la ciudad de Los Ángeles ha sido siempre muy importante para él, incluso muchas personas piensan que nació acá.  "La gente ha sido siempre muy condescendiente, muy cercana. He estado en sus casas, he despedido a sus difuntos, he bautizado a muchos de sus hijos, he estado también con los enfermos, en la eucaristía frecuente, los domingos, donde ya conocía un porcentaje importante de estos feligreses. Lo que a mí me ha ayudado a sentirme muy en casa".

44 AÑOS DE VIDA RELIGIOSA, 34 COMO SACERDOTE

Las raíces del padre Gustavo están en Santiago, lugar que lo vio crecer, su niñez y adolescencia en Maipú, luego en Cerrillos.  Alumno del colegio Don Orione, en la capital de Chile, se dedicó a estudiar para ser mecánico en máquina de herramientas. Con el paso del tiempo las experiencias de su vida empezaron a formar la idea de lo escogería.

Mientras la época de aquellos estudios transcurría, se dio cuenta de que algo llegaba a su vida: la vocación.  El padre Gustavo comenzó a darse cuenta que la vida religiosa era algo suyo a los 14 años, mientras pasaba los días participando de la parroquia Don Orione, en Santiago, y tiempo después siendo monaguillo. Fue así que a sus 16 años, cuando cursaba tercero medio, se integró a la congregación.

Ya con 17 años viajó a Argentina, donde estuvo por tres años; luego, hizo su práctica pastoral durante dos años en Los Ángeles, trabajando en un hogar de ancianos.  En 1990 fue nombrado director durante tres años del colegio Don Orione, con 1.500 alumnos, en una ciudad bordeada por el mar, Quintero, hasta donde hoy retorna.  Luego, la congregación decidió enviarlo hasta Iquique, con la finalidad de que fundara, fuera director y representante legal del colegio Obispo Labbé.

Tras esa experiencia, regresó a Santiago, para volver a partir. Viajó hasta Italia por siete meses, con el objetivo de realizar su formación de seminaristas.   A su retorno a la capital, ocupó el puesto de director del siempre colegio Don Orione, que lo vio formarse en sus aulas, por donde se mantuvo durante 10 años.

Para el año 2000 se había convertido en provincial de la congregación, lo que como indica el religioso, "significa la autoridad máxima de la congregación en Chile", cargo que mantuvo hasta el 2006.   Actualmente, y desde hace ya 15 años, es párroco de la diócesis Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, iglesia ubicada en la esquina de Orompello con Colón, en Los Ángeles.

Haciendo cuentas entre años y fechas, son 44 años dentro de la vida religiosa y 34 años de sacerdocio.   Éxito en Quintero, padre Gustavo.

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