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La Tribuna

La historia de la angelina que teje capullitos navideños para prematuros

por María José Villagran Barra

Lo que nació como una terapia en plena pandemia convirtió a Ingrid Concha en el motor de una campaña solidaria que ya suma cinco años. Sus tejidos, su coordinación comunitaria y el trabajo de más de una docena de voluntarias abrigan cada Navidad a los bebés prematuros del Complejo Asistencial "Dr. Víctor Ríos Ruiz".

Ingrid Concha es quien lidera la entrega de capullitos en la Unidad de Neonatología del Hospital angelino. / Ingrid Concha

En tiempos de pandemia, cuando el encierro comprimió los días y la ansiedad se instaló en miles de hogares, Ingrid Concha desempolvó unos palillos, acomodó madejas de lana sobre la mesa y volvió a un gesto antiguo, casi instintivo: tejer.

Lo que nunca imaginó —dice hoy entre risas— es que esa rutina doméstica se convertiría en el corazón de un proyecto con impacto comunitario y en una de sus facetas más luminosas: la de tejedora comprometida con los bebés prematuros del Complejo Asistencia "Dr. Víctor Ríos Ruiz" de Los Ángeles.

Psicóloga de profesión y amante de las manualidades desde siempre, Ingrid reconoce que tejer era, antes de la pandemia, un pasatiempo esporádico. Pero el 2020 lo cambió todo; el teletrabajo, la crianza, las tensiones del encierro y el miedo constante a enfermar fueron el detonante.

"Había muchas situaciones con las que costaba lidiar, entonces desempolvé los palillos y me puse a tejer".

Psicóloga y creadora de @cantalana_tejidos, Ingrid Concha.

Y no solo por necesidad emocional: sus hijos crecían rápido, faltaba ropa, hacía frío. Desde esa mezcla de utilidad y refugio nació la idea de dedicarse en serio a tejer.

Al año siguiente, cuando se acogió a la Ley de Protección a la Crianza para compatibilizar maternidad y trabajo, surgió oficialmente Cantalana Tejidos. Su círculo se amplió, comenzó a vender sus prendas y descubrió algo esencial: que su trabajo manual podía conectar a otras personas y, sobre todo, ayudar.

LA NAVIDAD QUE LLEGA A NEONATOLOGÍA

Fue entonces cuando apareció la iniciativa que hoy encarna su sello solidario: la entrega anual de capullitos tejidos a los bebés prematuros hospitalizados en neonatología.

Lo que partió como un gesto pequeño —apenas siete capullos confeccionados entre tres amigas— con el tiempo se transformó en una campaña consolidada que este año cumple cinco versiones.

"Una familia que pasa por un momento tan difícil no lo puede pasar sola", relata Ingrid. Su frase nace de observar a padres y madres que viven una Navidad dentro de un hospital, aferrados a la esperanza de que sus hijos, todavía frágiles, logren mejorar.

Por eso, cada capullito no es solo una prenda tejida: es un recordatorio de que afuera hay una comunidad pendiente de ellos.

Las familias, cuenta Ingrid, suelen emocionarse. Muchos guardan estos pequeños ajuares como un recuerdo del camino recorrido, y también se transforman en sesiones fotográficas organizadas por el propio hospital. "Es dar una luz de esperanza en un momento abrumador", resume.

Este año, son 18 las tejedoras voluntarias que ya se encuentran confeccionando -junto a Ingrid- 24 capullos que serán entregados la próxima semana. Algunas elaboran uno, otras más y aunque cada una teje desde su casa, la sensación de comunidad es palpable.

"El tejido es muy solitario, pero cuando ves que hay más gente que disfruta de esto y se suma sin esperar nada a cambio, te das cuenta del valor que tiene", explica.

La coordinación la hace a través de Instagram (@cantalana_tejidos), donde comparte el patrón oficial del capullo y organiza la entrega final.

Este año la meta es llegar a 24 capullitos, todos destinados a los bebés prematuros hospitalizados en neonatología del Complejo Asistencial durante los días previos a Navidad.

Los cupos ya están completos, pero la experiencia le ha enseñado que siempre puede haber sorpresas: "El año pasado incluso sobraron algunos y los entregamos en maternidad y pediatría".

"Para mí ha sido muy potente liderar esta iniciativa; he llegado hasta el quinto año con puro entusiasmo, contagiando a las personas. Cuando ven después que las familias se ponen contentas, que esperan este ajuar navideño, las familias que están en este periodo de Navidad hospitalizadas, reconforta porque finalmente las familias dicen: "qué bonito que la comunidad se preocupe por nuestro bebé", y eso en el fondo que es lo que queremos entregar, porque una familia que pasa por esa situación tan difícil, no la puede pasar sola, no puede la comunidad estar indiferente a este momento tan difícil de su vida, porque uno siempre espera un bebé con ilusión, pensando en que me lo voy a llevar para la casa, lo voy a cuidar, lo voy a querer y cuando te lo dejan hospitalizado se rompe ese sueño", expresa Ingrid.

TEJER COMO ACTO DE BIENESTAR

Ingrid nunca pierde la motivación personal que la llevó hasta aquí. "Es toda una experiencia; antes lo hacía por entretención, pero hoy lo hago como parte de mi rutina. Desde que yo veo una lana, veo para qué puede servir, me pongo el desafío de hacer un proyecto, de aprender nuevas técnicas. Siempre hay una experiencia nueva y una busca desafíos nuevos en el tejido y te vas dando cuenta que no es tejer derecho y revés nomás porque hay punto, hay calado, que se puede jugar con colores, que puede formar figuras en un tejido, que la prenda se puede construir de distintas maneras. Es algo que abre la mente; entonces, para mí es un desafío constante buscar tejidos", relata Concha.

En la actualidad, sostiene entre risas, tiene cajas llenas de chalecos, pero sigue buscando proyectos nuevos solo por el placer de descubrir.

Por lo demás, destacó que el tejido no solo ofrece un beneficio emocional, sino que, además, es una actividad que también genera impacto en la salud mental, especialmente para el cerebro.

"Por ejemplo, ejercita la memoria a corto plazo, ejercita la memoria de ejecución, la creatividad, la experiencia que uno tiene a través de los materiales también es estimulación visual. Entonces, hay muchas cosas que se pueden aprender o mantener en la mente con nuevas conexiones cuando uno se enfrenta a un nuevo proyecto, a un nuevo tejido. Y lo otro es ser comunidad, que uno se da cuenta que hay otras personas que tejen y que pueden juntarse a tejer y disfrutar de esto juntos también es valioso", finaliza Ingrid.

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