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Por años, la cocina de la familia Lastra fue el corazón de una costumbre sencilla: cada mañana, Ramona Sánchez preparaba queso fresco con la leche recién ordeñada de las vacas del campo. Lo hacía sin grandes pretensiones, solo con sus manos, sal, cuajo y paciencia.
Fue así como una receta casera comenzó a transformarse, lentamente, en una fuente de sustento. Cuando el precio de la leche bajó y los estudios de los hijos en Los Ángeles apretaron el bolsillo familiar, Pedro Lastra decidió destinar algunos litros a la producción artesanal de quesos. Los primeros se vendieron entre amigos y conocidos.
"De a poco la gente empezó a pedir más. Ya no era solo para regalar, sino que para comprar", recuerda Fanny.
Con los años, la tradición tomó otro rumbo; cuando su padre enfermó, Fanny dejó su trabajo como secretaria administrativa, después de doce años de trayectoria, para hacerse cargo del campo y de su madre.
En su relato a Diario La Tribuna, Fanny relata que su padre le dejó la misión de continuar con la producción de quesos y, de paso, con la tradición familiar. "Ahí decidí que el queso iba a ser mi fuente laboral. Empezamos a amononar, a buscar financiamiento, éramos usuarios de Indap", agrega.
Gracias al respaldo de Indap Mulchén, Fanny pudo construir una pequeña sala de elaboración de 3x6 metros, dar los primeros pasos hacia la formalización y enfrentar uno de los mayores desafíos: obtener la resolución sanitaria.
"Trabajaba bien artesanal, estábamos haciendo todas las gestiones para sacar resolución sanitaria, ahí tuve muchos obstáculos por falta de información, al punto que lloré, pataleé, qué no hice. Pedí ayuda, fui súper perseverante hasta que logré el objetivo de conseguir mi resolución", recuerda emocionada.
Desde ese momento, el proyecto comenzó a tomar fuerza y se le abrieron las puertas; "empezamos a producir más, trabajábamos en Mulchén, vendíamos quesos con resolución a los negocios, después salimos a Collipulli para el sur pero, después, con el tema de los atentados, no pudimos partir más para allá", relata Lastra.
Hoy "Tradición de la Abuela" produce queso fresco y queso añejo 100% natural, sin preservantes ni colorantes, elaborados con leche pasteurizada, sal y cuajo.
También ofrecen manjar artesanal, una creación propia de Fanny. "Es todo natural, sin aditivos. La receta de mi abuela sigue igual: leche, sal y cuajo. No la hemos cambiado en nada".
El crecimiento ha sido notable. Lo que partió con apenas 20 kilos de queso como producción en una primera instancia, hoy alcanza los 400 kilos diarios, solo en queso fresco.
"Tenemos más de 60 negocios que nos compran, y también vendemos directamente al público en ferias de Concepción y Los Ángeles. En la Feria del Vino, por ejemplo, vendimos casi 200 kilos en dos días", cuenta Fanny con orgullo.
El proyecto no solo da sustento a su familia —incluido su hijo, que hoy trabaja con ella— sino que también a pequeños productores locales.
"Yo les pago un poco más a los lecheros, porque quiero que sigan. Muchos están a punto de desaparecer, y si ellos mueren, también muere la agricultura familiar campesina. Cuando alguien compra nuestros quesos, no solo come algo rico y natural, sino que ayuda a que esta historia continúe", dice con convicción.
En la actualidad, uno de los principales desafíos que tiene Fanny es poder vender sus productos directamente al consumidor.
Por lo pronto, están intentando entrar con sus quesos y manjar a los negocios de Los Ángeles e intentar colocarse con un puesto en la feria que organiza el Gobierno Regional donde se emplazan los servicios públicos, frente a la plaza de Armas.
En este contexto, Fanny cuenta que -desde el miércoles recién pasado- la comunidad podrá encontrar sus quesos frescos en la frutería "Mi Cosita", emplazada en Avenida Las Industrias.
Durante su caminar, Fanny no ha estado sola, ya que cuenta con el apoyo de Indap, Prodesal y de la seremi de Agricultura, a quienes agradece no solo por el tema económico, sino que, también, por brindar espacios en ferias y exposiciones.
"Ellos siempre están ahí, apoyándome, orientándome. Para mí han sido clave ese acompañamiento. Uno puede tener ganas, pero si no te ayudan, es difícil avanzar".
Con resolución sanitaria desde 2022, la marca "Tradición de la Abuela" continúa creciendo desde el Mirador del Biobío, en la comuna de Mulchén, donde se ubica la pequeña planta de producción familiar.
Aunque los tiempos han cambiado, el espíritu sigue siendo el mismo: el de una abuela que enseñó que con trabajo, paciencia y cariño se puede hacer del queso un legado.
"Yo quiero que la gente consuma productos naturales, que sepa que detrás de cada queso hay familias que viven de esto", dice Fanny, con la voz llena de orgullo.
"Mi abuela me enseñó que el secreto está en hacer las cosas con amor. Y eso, aunque pase el tiempo, nunca se pierde".
Finalmente, Lastra hizo un llamado a la comunidad a inclinarse por los productos naturales, no solo porque "van a comer rico, saludable, sino que también piensen que, con eso, están dando vida a los pequeños agricultores que estamos a punto de explotar en el campo, donde no hay tanta fuente laboral".
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