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La iniciativa cuenta con una inversión de $154 millones 422 mil financiada por Subdere, y ya se encuentra en ejecución. El proyecto fue adjudicado y cuenta con acta de entrega de terreno al contratista, mientras que la escultura —aún en etapa de definición— se está diseñando en conjunto con los propios boteros, quienes aportan su experiencia y mirada para dar forma a una obra que represente fielmente su historia.
El alcalde de Negrete, Alfredo Peña, subraya que el monumento no solo busca honrar un oficio, sino también fortalecer el sentido de pertenencia y promover el desarrollo local.
La construcción de este nuevo símbolo comunal se enmarca dentro de una serie de acciones impulsadas por el municipio para revivir la identidad fluvial de Negrete, en especial el vínculo histórico con el río Biobío, fuente de sustento, encuentro y memoria colectiva.
Durante décadas, los boteros fueron los encargados de transportar personas, animales y productos a través del río, antes de que existieran los puentes que hoy conectan ambas riberas. Su trabajo exigía destreza, conocimiento de las corrientes y una relación íntima con la naturaleza.
La tradición continúa de la mano de la Agrupación de Boteros del Biobío, entidad encabezada por Carlos Bustos. Sus integrantes combinan durante el año las faenas en el río con otros trabajos en los rubros forestal o de la pesca, para no dejar de transmitir a sus hijos y nietos el amor por el oficio.
"Esto es rescatar las tradiciones y mantenerlas vivas. Nos lo enseñaron nuestros padres, y tiene más de 70 años. No queremos que se pierda, porque esto es parte de nuestra identidad", expresó Bustos durante una reciente regata comunal.
Cada año, Negrete revive esta herencia a través de la tradicional regata del Biobío, una jornada que congrega a familias, deportistas y vecinos en torno al río.
La cita, organizada por la Municipalidad de Negrete, el Concejo Municipal y la propia Agrupación de Boteros del Biobío, se ha transformado en una fiesta del patrimonio local.
Vecinos como Mónica Aguilera, nacida y criada a orillas del río, participan cada año con orgullo: "Yo soy una cría del río, salgo a pescar desde chica, así que esto es parte de mi vida", comenta emocionada al terminar la competencia.
Por su parte, el alcalde Peña destacó durante la jornada el valor simbólico de este encuentro, que refuerza el sentido de pertenencia y compromiso con el entorno natural.
La regata culminó con música, mates compartidos y premiaciones, en un ambiente que mezcló la nostalgia con la alegría de vivir las tradiciones. Allí, los boteros —los mismos que hoy participan en el diseño del monumento— mostraron una vez más su destreza y su amor por el río, remando entre los aplausos de la comunidad.
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