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Pese a los avances en el área de las comunicaciones, aún hay brechas significativas en relación a la participación y presencia de las mujeres en los medios. Se estima que faltan entre 67 a 132 años para eliminar de manera definitiva estas desigualdades.
Por lo mismo, en conversación con radio San Cristóbal y diario La Tribuna, la periodista, Daniela Espinoza, CEO & Founder de BrechaCero, se refirió a la importancia de desenvolverse comunicacionalmente en el mundo laboral, personal y profesional, sobre todo para mujeres, quienes históricamente se han visto relegadas a cargos menores, pese a tener muchas veces las habilidades necesarias para jefaturas, por dar un ejemplo.
.- ¿Qué es y cómo nace BrechaCero, para potenciar y entrenar habilidades comunicacionales sobre todo en mujeres?
Soy periodista de formación y siempre me dediqué a las comunicaciones estratégicas. Dentro de eso había una rama que era lo que más me gustaba y que era entrenar a personas para que desarrollaran sus habilidades comunicacionales. Además, quiero aprovechar de decirlo: las habilidades comunicacionales son entrenables, tú puedes llegar a comunicar tan bien como quieras si entrenas esa habilidad. Es como aprender a andar en bicicleta o manejar un auto y tú decides hasta dónde quieres llegar con esas habilidades.
Durante 15 años me dediqué a entrenar principalmente a primeras líneas de grandes empresas, a muchas personas del mundo político para que enfrentaran principalmente a los medios de comunicación. La pandemia hizo que me reinventara y dentro de esa reinvención tomé esto que me encanta hacer, que era capacitar a las personas para desarrollar sus habilidades comunicacionales.
.- ¿Por qué enfocar este trabajo entonces principalmente en las mujeres?
Por dos cosas, uno porque soy una fiel creyente, y no es creencia sino que los datos lo confirman, que la equidad de género nos va a hacer bien a todos como sociedad, entonces siento que mi misión es aportar a que pase lo antes posible. Durante 15 años entrenando a equipos mixtos de personas, en altas esferas políticas y empresariales, me daba cuenta de la cantidad de talento femenino que se perdía.
Lo que hacía era lo que se llaman talleres de "media training", donde pasa la gran parte del tiempo enseñándole estas técnicas de comunicación, pero después lo llevamos a la acción con algunos ejercicios que simulan la realidad y es ahí donde las mujeres tenían las mayores trabas. Los hombres no tenían problemas, algunos con más vergüenza que otros, pero salían, hablaban en cámara o se enfrentaban a un micrófono sabiendo que era un proceso que tenían que desenvolver en el tiempo.
Sin embargo, ellas sentían varias cosas, primero el ‘síndrome del impostor’ que es mucho más fuerte en las mujeres, donde nunca se sentían suficientes y así se perdía muchísimo talento. Muchas veces mujeres más preparadas que hombres que no se atrevían y, finalmente, terminaban siendo hombres quienes representaban los intereses de la compañía, quienes mostraban su valor para afuera, etc. También - lo que es obvio pero que hay que recalcarlo - lamentablemente todo lo que tiene que ver con cumplir con un estándar estético recae sobre nosotras.
.- ¿Cuál sería entonces la importancia de hacer un trabajo personal también, para mostrarse al mundo en estos espacios de trabajo, o profesionales de los que estamos hablando?
Lamentablemente, de nuevo, las comunicaciones no tienen género, las técnicas comunicacionales y todo lo que tenga que ver con comunicaciones estrictamente no tienen género, así que cualquier ser humano puede tomar mis cursos.
Pero para que esto se entienda, y porque lo vivo en el día a día, es que con un hombre llego directamente a tratar los temas comunicacionales, a enseñarles cómo crear un buen mensaje, cómo cautivar a la audiencia, cómo abrir y cerrar, cómo usar su voz y su cuerpo, etc. Con las mujeres es distinto, tengo un proceso más largo, debo convencerlas de que ellas son suficientes, que por un lado no necesitan un doctorado más, un magíster más, no necesitan más años de experiencia, que ya está, que donde están es el momento y el lugar donde deberían estar, que su conocimiento es suficiente.
Además, tengo que tratar de que se olviden de intentar forzosamente cumplir con un estándar estético, y es ahí donde vienen todas las inseguridades. No existe una mujer que no tenga en algún momento de su vida, incluso de su día a día, por eso tenemos que basar nuestro poder personal, y es ahí donde me enfoco con mis alumnas, es basar nuestro poder personal en lo que somos más que en lo que parecemos. En nuestro mensaje, en qué es lo que queremos transmitir, y en nuestro conocimiento.
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