Biobío ante el espejo de la violencia

Cifras alarmantes son las que se reflejan hoy en las páginas de La Tribuna, que dan cuenta que siete de las diez comunas con mayor tasa de denuncias por violencia intrafamiliar (VIF) en la región del Biobío pertenecen a nuestra provincia. San Rosendo encabeza el listado con 788 denuncias por cada 100 mil habitantes, seguida por comunas como Negrete, Los Ángeles y Alto Biobío. Esta concentración evidencia una realidad dolorosa que exige atención urgente y sostenida.

La violencia intrafamiliar no es un fenómeno aislado, al contrario, sus raíces están entrelazadas con la ruralidad, el aislamiento, la vulnerabilidad social y también, como señala la seremi de la Mujer y Equidad de Género, Camila Contreras, es un fenómeno cultural, transversal, que atraviesa clases sociales y que sigue presente, incluso cuando ya no hay convivencia.

Sin duda, es un desafío complejo que ha desplegado esfuerzos que, a la luz de las cifras, no son suficientes.  Algunos de ellos son los programas territoriales; los centros especializados, como el de Los Ángeles, con atención integral para mujeres víctimas de violencia grave; y la reciente ley integral que amplía la definición de violencia de género.

Pero no basta con las leyes. La violencia intrafamiliar sigue siendo una tarea pendiente como sociedad, y es necesario fortalecer la prevención desde la educación, fomentar relaciones sanas a edades tempranas y capacitar a las instituciones para actuar con perspectiva de género y eficacia.

No podemos seguir naturalizando el control, la manipulación o el maltrato como parte de una relación. Mientras no erradiquemos estas prácticas desde su raíz cultural, las cifras seguirán golpeando con la misma crudeza.

Las comunas del Biobío nos están mostrando un espejo que no podemos ignorar, y mirar para otro lado ya no es una opción. Es momento de actuar con decisión y compromiso para transformar esta dolorosa realidad.