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La Tribuna

Norambuena defendió los valores de la vida para oponerse a la eutanasia

por Benjamín Ahumada

El parlamentario de la UDI fue claro en decir que el Estado debe garantizar el final digno de cada persona que sufre de enfermedades terminales o dolorosas, pero no puede estar de acuerdo con la eutanasia, desde sus convicciones valóricas.

Norambuena /

La Cámara de Diputados aprobó por 79 votos a favor, 54 en contra y cinco abstenciones el proyecto de Ley que permite la eutanasia o muerte asistida.

El texto, según quedó establecido indica que la persona deberá haber sido diagnosticada de una enfermedad terminal o cuando tiene una enfermedad o dolencia incurable, donde su situación médica se caracteriza por una disminución avanzada e irreversible de sus capacidades y esto le ocasiona sufrimientos físicos persistentes e intolerables y que no pueden ser aliviados en condiciones que considere aceptables.

La norma también considera que este sufrimiento podrá ser de naturaleza psíquica, según se detalla en el sitio oficial de la Cámara de Diputados.

El proyecto, que ahora tiene discusión en la Comisión de Salud, por sus artículos relacionados con la Constitución Política, establece como requisitos que dos médicos (que) deberán diagnosticar la enfermedad o la dolencia, ser mayor de 18 años, estar consciente al momento de tomar la decisión y en pleno uso de sus facultades mentales, lo que deberá ser certificado por un especialista.

La normativa que se discute también detalla todo el procedimiento para la ejecución de la asistencia de muerte de una persona, estableciendo además el derecho del equipo médico a ser objetores de consciencia.

Además, se reseña en la información oficial que se establece la existencia del documento de voluntad anticipada, que es un acto por el cual una persona capaz y mayor de edad, expresa su decisión futura de recibir asistencia médica para morir, cuando se encuentre en la situación que la ley lo permita.

Así entonces, en esta declaración se podrá designar una o varias personas de confianza, mayores de edad, clasificadas por orden de preferencia y prelación, para que manifiesten al médico la voluntad del paciente.

NORAMBUENA Y EL DERECHO A LA VIDA

Sin duda la eutanasia es un tema complicado en cuanto a lo personal del tema y a cómo esta debe enfrentarse con normas que la protegen y con valores que sobreponen lo colectivo sobre lo personal y sea cuál sea la decisión, lo cierto es que es tema difícil de debatir.

Por lo mismo, La Tribuna accedió a la intervención del diputado Iván Norambuena que se opuso a la norma, basado claramente, en sus convicciones.

Así entonces, el diputado de la UDI intervino: Soy un convencido de que la función pública solo puede ser entendida desde la más profunda vocación de quienes la ejercemos, vocación por construir un país más justo para todas las personas que vivimos en esta tierra. Es precisamente esa vocación, la que debe llevarnos a reflexionar sobre todos los aspectos que dicen relación con el bienestar humano, poniendo énfasis en aquellos que son más trascendentales a la hora de entendernos como personas.

¿Qué puede ser más trascendental para un Estado que salvaguardar la vida de sus habitantes? Soy de los piensa que la respuesta a esa pregunta es nada, que nada es más importante para un país que proteger por la vida de sus habitantes. El Estado está al servicio de las personas y es su deber velar para que estas puedan alcanzar su mayor bienestar material y espiritual posible.

No puedo votar por un proyecto de este tipo, pues considero que atenta con todos los valores que considero fundamentales para entendernos como personas. Creo que este proyecto es fiel reflejo de un individualismo exacerbado muy propio del siglo XXI, individualismo que deshumaniza a los más necesitados de nuestra sociedad, individualismo que nos desentiende por completo de quienes padecen enfermedades terminales o enfermedades que conllevan un alto sufrimiento.

Creo que cuando en un país existen personas y familias que enfrentan sufrimientos tan complejos como es el final de la vida propia o de un ser querido, el deber de la sociedad es prestar un apoyo para que el padecimiento se sufra con dignidad, procurando que el dolor y los sufrimientos sean lo menos denigrantes posibles, respetando siempre y en todo momento la vida humana.

No es momento de olvidar, no podemos olvidar los siglos de historia que han llevado a los ordenamientos jurídicos a resaltar el derecho a la vida como uno de los bienes jurídicos más trascendentales de la convivencia humana. Para quienes somos creyentes la vida es un don sagrado que debe llevarse con dignidad hasta el último día, mientras que para quienes no lo son, es la base sobre la que reposan todos los demás bienes jurídicos y por lo tanto un bien jurídico intransable.

La vida es el bien de mayor envergadura para nuestra sociedad, por ello creo que un ordenamiento jurídico serio y respetuoso de la dignidad humana debe ser capaz de protegerla en todas sus fases, desde la concepción hasta la muerte natural.

¿Significa eso que debemos abandonar a nuestros enfermos terminales?

Por supuesto que no, por eso me opongo tan férreamente a este proyecto, porque considero que abandona a nuestros enfermos en el momento más complejo de su vida. Debemos avanzar hacia un régimen de tratamientos paliativos que dignifiquen la vida del enfermo terminal, que le permitan llevar sus últimos días sin sufrimiento acompañado de sus seres más cercanos. Considero inhumano someter a un enfermo terminal a la presión de atentar contra su vida en el momento más complejo de esta, sobre todo cuando existe tanta experiencia documentada sobre personas que, tras efectivos tratamientos paliativos, han decidido continuar con sus vidas, cerró la intervención de Iván Norambuena.

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