Imagina por un instante que tienes la capacidad de elevarte y, desde el tiempo presente, poder ver cómo tu pasado se mantuvo vivo todo el tiempo, cómo se acomoda tu presente y en el horizonte aparece parte de tu futuro.

Desde las alturas, como un espectador privilegiado, corre libre tu versión de niño, disfrutando con poco y siendo feliz con mucho. Qué maravilla ver a papá y mamá jóvenes, su cabello es negro (están casi irreconocibles), se ven fuertes, estrictos y ágiles, inspiran respeto, pero también amor del más puro. Eso y más podrás ver si te elevas.

Junto a ti corren risueñas tus hermanas, ellas van en tu misma ruta, su rueda gira rápido, viéndose niñas, jóvenes y adultas en el mismo segundo. El tiempo pasa veloz, pero el amor se mastica lento; el final de cada giro reinicia la vida, el ciclo se repite y esto te incluye a ti.

En el pasado luminoso, en torno a ti hacen una ronda tus abuelos y te saludan con cariño tus profesores, compañeros de colegio, amigos y tantos más que estuvieron contigo; incluso tus mascotas no se ven viejitas, derrochan energía y te saludan esperando una nueva aventura.

Así se siente bien el pasado, aunque desde acá igual se observa la oscuridad, la confusión, el dolor y las lecciones que no se entendieron, pero que hoy tienen sentido porque te ayudaron a ser la gran persona que eres. Sí, allá al fondo se ven risas y llantos. ¿Cambiarías algo de tu pasado? Y de ser así, ¿qué sería?

Mi amigo, si aprendes a descifrar lo que tus ojos ven, podrás vislumbrar la vida con otra perspectiva, sintiéndose dulce aunque sea amarga. Eres un producto hecho con la paciencia del artesano, elaborado en lo adverso y complejo, con todo en contra, pero aferrado a ti, a tu esencia. Siente orgullo de tus logros; ante esto, cualquiera habría abandonado, pero tú no eres cualquiera, eres único.

¿Sigues ahí? Aprende de las lecciones que ya fueron, ponte en posición y comienza a escribir estas páginas de futuro. Construye como sabes hacerlo, ahora con más sabiduría, inspiración y destreza. Si diste lo bueno que tenías, ahora entregarás lo mejor; de esa forma la semilla florecerá como una tabla que mantiene a flote y no como la piedra que hunde.

Para finalizar, recuerda: cuando te elevas, dominas todo el paisaje y modificas la perspectiva; desde ese lugar todo cambia, incluso tú. Por eso, si has sembrado con amor, de manera abundante y permanente, la vida te regalará un milagro cada 24 horas, que se activa cuando, luego de una ardua jornada, llegas cansado, tienes techo, comida, un lugar para descansar, fuerzas y salud para soñar con un esplendoroso futuro, pudiendo tomar con la conciencia limpia todo, absolutamente todo lo bueno que llegará al día siguiente. Probablemente lo veías como rutina, pero mereces todo lo que recibes, ya que se encuentra en la justa medida de lo que das. Mantente firme y sigue siendo el fulgor que emana de tus actos y no solamente la lucecita que producen tus palabras. ¡Que tengas un maravilloso día!

Luis Rozas Mardones

Psicólogo