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La Tribuna
Columnista

El drama de la izquierda

Mario Ríos Santander

por Mario Ríos Santander

El problema que enfrenta la izquierda y dentro de ella, muy especialmente el comunismo, es que la totalidad de los países que han sido gobernados bajo la égida marxista y peor aún, también leninista, están todos fracasados. Todos: no hay nadie que se salve.

Algunos soñadores de utopías fracasadas se agarran de China como ejemplo de lo contrario. Grave error. Al fallecimiento de Mao Zedong, líder indiscutible de la revolución china, asume el gobierno Deng Xiaoping. Dicho gobernante modifica sustancialmente las formas y la doctrina de la nueva China. En efecto, es verdad que Mao gobierna cumpliendo todos los preceptos marxistas, pero le va sinceramente muy mal. Su pueblo sufre hambrunas dramáticas y desaparece cualquier alternativa de desarrollo. Pero, al revés, Deng Xiaoping modifica en 180° todo, se abre a la propiedad privada, industrializa con privados todo el país y surge un desarrollo pocas veces visto en la historia humana. Hoy, al ubicarse China junto a Estados Unidos, da muestras de su éxito.

Visité varias veces la sede del Partido Comunista de China. Una vez invité al senador Jaime Gazmuri (PS). Conversábamos con los líderes comunistas y recordé el número de adherentes que tenía el partido —70 millones— y se lo expresé al senador Gazmuri, pero inmediatamente uno de los dirigentes chinos que se encontraba almorzando con nosotros me interrumpió. "Usted está equivocado: tenemos 70 millones de camaradas en el Partido Comunista chino. Es que ocurre, al revés de ustedes los chilenos, que aquí en China el comunismo crece con la economía, en cambio en su país crece cuando cae la economía. Eso —concluyó— no lo entendemos".

Vietnam es otro ejemplo. Y en su caso es más dramático aún, porque sufrió una guerra cuyas consecuencias fueron 6 millones de fallecidos. El canciller me comentaba que "efectivamente murieron en la guerra 6 millones de vietnamitas, y ello es muy doloroso, pero, así, aunque el dolor sea muy grande, no es más grande que el futuro de Vietnam". Hoy también se ha transformado en un país que se desarrolla exitosamente de la mano del mercado, del capital y de la libertad individual y social. El secretario general del Partido Comunista vietnamita me dijo: "Le tengo una noticia". Le consulto. Me responde: "El Partido Comunista de Vietnam, en su última asamblea nacional, acogió al mercado como herramienta de desarrollo".

En Chile a su vez, grandes contingentes de comunistas, hoy todos mayores, descubrieron que tenían una mejor vida trabajando bien, con mejores salarios, que andando por las calles gritando consignas, todas inútiles. Muchos de ellos, acostumbrados al asambleísmo, ingresaron a iglesias cristianas junto a toda su familia, ordenando su vida y asumiendo de paso una responsabilidad superior, al contar en su seno familiar con los primeros profesionales, todos exitosos, con imaginación creadora, lejos de los odios anteriores y mirando el mundo para fortalecer su profesión.

Quedan los comunistas añosos. Los que abrían en Chile el paraguas cuando en Moscú estaba lloviendo. Los que no imaginaron nunca la libertad en su pueblo. Los racionalistas que creyeron superar las naturalezas de las cosas. Pero el mundo los está terminando. Y Chile también.

Mario Ríos Santander

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