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Luis Andrés Vives Ortúzar

Médico gastroenterología pediátrica Clínica UAndes
Vocero Voces Católicas

por Luis Andrés Vives Ortúzar

La vida del hombre de hoy transcurre en forma vertiginosa. El tiempo se hace cada día más escaso y las redes sociales han ocupado un lugar importante en nuestras vidas cautivando lamentablemente, muchas veces, nuestra alma y espíritu. Sin duda, se trata de plataformas que no dan mucho espacio para la profundidad, pero de alguna manera, su éxito refleja el insaciable anhelo del hombre y su permanente búsqueda del bien, verdad y belleza.

Por otra parte, la sociedad en que nos toca vivir parece estar inmersa en un egocentrismo preocupante donde primero están mis intereses y luego el de los demás.  Pareciera que estamos en una carrera en donde el ganador es el que más sabe, más opina y más tiene.  Sin embargo, siempre aparece el testimonio de alguien noble, que busca colaborar con el mundo que lo rodea para hacerlo mejor.

No quisiera quedarme en diagnósticos pesimistas de la sociedad actual sino más bien hacer una invitación a tener una mirada hacia el futuro, con esperanza en que todos podemos construir, con los problemas reales del Chile de hoy, un país mejor donde vivir.  Se trata de una difícil tarea, que implica generosidad, grandeza de corazón y sensibilidad. Y ¿cómo es posible crecer en estas cualidades que claramente muchas veces nos parecen inalcanzables? Que mejor que acudir a la fuente del amor, el mismo Jesucristo.

Muchos se encontraron y se refugiaron en Él en tiempos de pandemia. Nos golpeó fuerte a todos, sin distinción, sin importar su color político, creencias o situación socioeconómica. Cada uno pudo observar, algunos más de cerca y otros en forma más lejana, lo frágil de la vida humana. Y eso nos empujó a muchos a preguntamos por el sentido de nuestra vida. En ese momento de temor e incertidumbre para todos, muchos católicos encontraron en la Misa transmitida por streaming un oasis en medio del caos que la pandemia estaba produciendo. Ahora afortunadamente podemos recibir a Jesús y parece que con la retirada del peligro se nos olvidó de dónde obtuvimos la paz y fuerza para vivir ese difícil tiempo.

Pero siempre hay dificultades, ahora de otro tipo, y ¿cuánto recurrimos a este Sacramento para pedir a Dios que nos regale el amor que queremos entregar a otros?  La Eucaristía es la fuente de amor más grande para un creyente. Es un momento precioso para estar en intimidad con Jesucristo resucitado.

En este sentido el Papa emérito Benedicto VI, en su exhortacion apostólica "Sacramentun Caritatis", nos invita a adorar y a mirar a Jesús en la Eucaristía, reconociendo su presencia real, viva y operante. Destaca como el Señor se hace comida para el hombre hambriento de verdad y libertad. Puesto que sólo la verdad nos hace auténticamente libres, Cristo se convierte para nosotros en alimento de la Verdad.

Por eso, el Señor Jesús, «el camino, la verdad y la vida, se dirige al corazón anhelante del hombre, que se siente peregrino y sediento, al corazón que suspira por la fuente de la vida, al corazón que mendiga la Verdad.

En este tiempo en que vemos a una sociedad tan poco dialogante, a tantos buscando en lugares donde no encontrarán respuestas definitivas y presenciamos tantas heridas en nuestra sociedad, qué mejor volver a poner la mirada en Cristo y encontrar en la Eucaristía una fuente de paz y unión.

Luis Andrés Vives Ortúzar

Médico gastroenterología pediátrica Clínica UAndes

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