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La Tribuna
Columnista

Virtudes del héroe naval Arturo Prat

Zenón Jorquera Figueroa

por Zenón Jorquera Figueroa

Cierta simbología debe tener el haber robado la espada de Prat de su monumento en Santiago. ¿Será por un fanático admirador o por un coleccionista? ¿Habrá sido un anti todo o alguien que no conoce la historia patria o no valora la gesta del héroe naval? Sea cual sea la respuesta a estas interrogantes, el hecho es deplorable.  

Otro monumento violentado.

Arturo Prat Chacón merece nuestro mayor reconocimiento. No sólo por su heroico sacrificio, el 21 de mayo de 1879, sino por el transcurso de su vida misma. No fue fácil su vida. Fue un hombre que se sacrificó en el más amplio sentido de la palabra. Debió someterse con resignación a situaciones desagradables en su trayectoria profesional, incomprensiones y desconfianza, por su afán de desarrollar aún más sus condiciones y cualidades. Y se sobrepuso, mostrando talante, reciedumbre y fortaleza espiritual.

"En la disciplina y el cumplimiento del deber, encontrarán los defensores del orden público y de la honra nacional, la regla de conducta...", expresó el presidente Balmaceda en sus exequias en mayo de 1888 cuando el monumento mausoleo de Valparaíso pudo acoger los cadáveres de Prat, Serrano y Riquelme. De ahí en adelante la figura del héroe fue creciendo, elevándose, declarándose desde el 1 de febrero de 1915 (ley 2.977) día festivo el 21 de mayo y Día de las Glorias Navales.

Arturo Prat estudió con gran sacrificio en forma vespertina y con exámenes libres, porque como Oficial de la Armada no podía acceder a clases presenciales en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. El 26 de julio de 1876, obtiene su título de abogado, cuya memoria de prueba fue "Observaciones a la Ley Electoral Vigente", en la que aboga por el sufragio universal. Tenía 28 años de edad. El diploma lo firmó Ignacio Domeyko, el sabio polaco-chileno, Rector de la Universidad y le fue entregado por el ex Presidente de la República, Manuel Montt Torres, a la sazón Presidente de la Corte Suprema.

En honor a Arturo Prat, quien fue un respetado e ilustre abogado, actualmente se conmemora en Chile el 21 de mayo el Día del Abogado, fecha que destaca a los profesionales que trabajan por un mundo más justo para todos.

Abnegado, dispuesto a sacrificarse por los demás, en las noches Prat hacía clases gratuitas en un liceo de Valparaíso para instruir a la gente del puerto. Igualmente, dedicado y comprometido con su profesión de marino le correspondieron diversos cargos en la Escuela Naval y debió desarrollar los cursos de ordenanza naval, derecho, táctica naval y cosmografía, entre otros. Otra demostración de su interés y perseverancia en su labor: como profesor, luchó contra la falta de recursos del medio para impartir una educación de calidad llegando incluso a traducir él mismo los libros del francés al español. Por sus capacidades alcanzó los grados de capitán de corbeta, graduado el 12 de febrero de 1873, siendo ascendido a capitán de fragata el 25 de septiembre de 1877.

La arenga de Prat a sus hombres ("Muchachos, la contienda es desigual,...") y su grito "¡Al abordaje, muchachos!" son manifestaciones de gallardía y arrojo, de valentía y nobleza. Son ejemplos que deberían seguir, más que nunca, aquellos que ahora se atreven a insultar o golpear a un profesor en la sala de clases. "El valiente Comandante de la Esmeralda murió como un Héroe en la cubierta de este buque, en momentos en que emprendió un abordaje temerario", escribió el comandante Miguel Grau. Y a la viuda del héroe, Carmela Carvajal Briones, le dice en una encomiable carta: "su digno y valeroso esposo fue víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria".

Reconocer al héroe patrio no es cierto que sea propio de sectores conservadores, como pretenden ciertos escritores, no especialistas de la disciplina histórica. Es respeto, admiración y afecto por lo que representa. 

Su gloriosa muerte, su amor patrio, su entrega total, los valores de dedicación y sacrificio de Prat es lo que debe prevalecer en las actuales y futuras generaciones de chilenos.

Zenón Jorquera Figueroa

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