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Columnista

Otra innecesaria sobrecarga para los docentes

Prof. Juan Manuel Bustamante Michel, Presidente de la AFDEM Los Ángeles

por Prof. Juan Manuel Bustamante Michel, Presidente de la AFDEM Los Ángeles

En general, la evaluación y acompañamiento a la docencia en la enseñanza es un proceso complejo y experto que incluye cada una de las dimensiones del acto educativo o acto docente - es decir, las enseñanzas antepreactiva o antepreáulica (proceso situacional), preactiva o preáulica (proceso de diseño y construcción), interactiva o áulica (proceso de intervención) y posactiva o posáulica (proceso de reflexión y toma de decisiones -, sujeta a la participación de distintos agentes intervinientes según los tipos de evaluación comprometidos: el sujeto objeto del proceso evaluativo (con la autoevaluación), un enseñante par de la comunidad docente (con la coevaluación) y un Director y un Jefe Técnico (con la heteroevaluación), orientada, desde luego, a la obtención de información objetiva, coherente y consistente, posible de ser triangulada en pos de su validez y confiabilidad, atendidos sus fines últimos.

Con la autoevaluación se pretende que el docente tome conciencia integral de su propio quehacer, desde lo simplemente administrativo hasta lo técnico pedagógico y sus complejidades. A su vez, con la coevaluación se aspira a que el enseñante regule sus distintas responsabilidades a partir de las ayudas que les puedan proveer sus iguales para la solución de problemas y la superación de dificultades que entorpezcan su quehacer cotidiano, supeditada a claves bien específicas como el conocimiento previo del sentido y objetivos de la misma, el desarrollo de una inteligencia interpersonal y el adecuado manejo de los procedimientos relacionados con este tipo de evaluación y las estrategias de feedback correspondientes. Finalmente, con la heteroevaluación no se intenta otra cosa que una verificación de la realidad docente vía terceros concurrentes ajenos los enseñantes sometidos a evaluación.

Ahora bien, si de la evaluación docente institucional se trata - ésta que requiere de condiciones de suyo normales para ser llevada a efecto en los centros de educativos -, es claro que para su legitimación debe ser producto de la puesta en acción de un programa de evaluación y acompañamiento a la docencia en la enseñanza construido, consensuado y validado por la comunidad docente en los respectivos Consejos Técnico Pedagógicos asignados a la situación, con registro foliado del señalado proceso. Evaluación docente, por cierto, que debe tener un carácter meramente formativo y destinado en su primera etapa (la evaluación) a la detección de falencias y carencias en torno al desarrollo del acto educativo, en tanto que en la segunda (el acompañamiento), al mejoramiento profesional en las mismas y su constatación con nuevas verificaciones en el espacio pedagógico de que se trate, en la idea de superar estereotipos docentes como los ejecutores e implementadores (muy presentes, según la evidencia empírica, en muchísimos establecimientos educacionales) y llegar a los agentes curriculares que son, eso es cierto, el óptimo deseable.

Finalmente, oportuno es indicar que - a propósito de unas próximas supervisiones al aula virtual anunciadas por algunos equipos directivos y técnicos orientadas a una fiscalización per se del trabajo de los enseñantes - la puesta en acción de un proceso de verificación de la calidad de la gestión docente en cada una de las dimensiones de la enseñanza antes mencionadas obliga a contar para su implementación: 1) con instrumentos debidamente validados por oportunidad para cada una de ellas, esto es, cuatro para la evaluación propiamente tal (primera etapa o detección de carencias y falencias) y cuatro para el acompañamiento (segunda etapa y última o de comprobación de progresos durante y tras la ejecución de planes de superación profesional elaborados al efecto), y 2) con el concurso de directores y jefes técnicos altamente calificados en evaluación y acompañamiento a la docencia en la enseñanza, inexistentes en la actualidad, sobre todo en el ámbito de la educación remota, resultando el referido anuncio un absurdo más y otra innecesaria sobrecarga para todos los docentes.

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