El concepto de descentralización es un tema recurrente en el debate público, incluso, caballito de batalla de algunas campañas políticas, sin embargo, en lo concreto se ha avanzado poco.

Hace algunas décadas el Estado de Chile realizó un proceso de regionalización, que esperaba empoderar los diferentes territorios del país, sin embargo, sólo creo pequeños bastiones con escaso poder resolutivo para definir el futuro de las comunas que están a su cargo.

Por el contrario, estas capitales regionales comenzaron también a concentrar el poder político, económico y social, llevándose gran porcentaje del presupuesto nacional en detrimento de las comunas que la circundaban.

Se dirá que el número de habitantes justifica esta mayor asignación de recursos, cuando ponemos casos como Santiago, Concepción, Valparaíso o Los Ángeles, por citar algunas, sin embargo, no todo tiene una lógica matemática.

Lo anterior, porque hay comunas con una ventaja estratégica que trasciende su población, por concentrar potencialidades que pueden beneficiar a toda una región.

Un buen ejemplo es la comuna de Antuco, que al ser la única comuna de la región con un centro de esquí, parque nacional y paso fronterizo, entrega un beneficio que va mucho más allá de sus propios habitantes.

Volviendo al tema, esto no sería nada si al menos las empresas privadas pagaran sus tributos en las comunas donde tienen sus procesos industriales.

La mayoría de las grandes compañías, incluidas, las que tienen proyectos hidroeléctricos en Antuco, tienen sus casas matrices en la Región Metropolitana. Esto provoca que las comunas pequeñas se queden sólo con las externalidades negativas, como es el daño al medioambiente, sin que la presencia de un proceso productivo conlleve una mayor contribución a sus habitantes.

Por último, se habla mucho que nuestros jóvenes puedan desarrollarse en el ámbito rural. Que la gente -en general- no emigre hacia las ciudades. No obstante, comprobamos que cuando comunas rurales, como Antuco, solicitan un mayor apoyo, deben ir a pelear los recursos sectoriales a la Región Metropolitana, compitiendo con otras comunas con mayor crecimiento urbano.

Cómo única y gran esperanza queda la próxima elección de un gobernador regional, sin embargo, no valdrá nada crear un nuevo cargo, si esta autoridad no tiene un real poder resolutivo que no tenga que pedir permiso a Santiago.