En

las últimas semanas hemos visto cómo nuestra selección está sorteando una

especie de crisis e incertidumbre que tiene con bastante expectación a un país

que se enorgulleció y cantó victoria gracias a la generación dorada. Atrás

quedaron los tiempos dorados, cuando triunfo tras triunfo mostrado en la cancha,

nos enseñaron a gritar ¡campeón!, ¡Chile campeón!

Eso

nos permitió confiar y en alguna ocasión perdonar.

Hoy,

¿es así? Al parecer no tanto. Momentos que van y vienen, de héroe a villano, de

confianza a desconfianza, y así...

Esto

me recuerda al Congreso, donde también nosotros fuimos elegidos para representar

a Chile, donde también se nos deposita confianza, donde también se grita una

victoria o se llora una pérdida. Ambas instituciones pasan por credibilidad y a

veces no. En ambos espacios las personas, la ciudadanía, el país es el que

siente con emoción (buena o mala) cada decisión que pueda tomar el que tenga

la pelota.

Creo

que el parlamento necesitan una reestructuración para hacerlo más eficiente.

Creo que se requiere evaluar el número de parlamentarios y sus sueldos. En fin,

ver cómo podemos volver a dar credibilidad a las personas y responder a su

confianza porque lo que pasa ahí, en el hemiciclo, en la cancha, es lo que

define el futuro y el momento de un país.

Con

el fútbol, no lo sé.

Tal

vez me adelante a un pronóstico errado y capaz que volvamos a ser campeones.

Como

dijo el rey del metro cuadrado, el nueve histórico del cacique (el mejor equipo

de Chile junto a Iberia), el gran Carlos Caszely: no necesariamente siempre

estoy de acuerdo con lo que pienso.

¡Vamos,

Chile!

Cristóbal Urruticoechea

Diputado de la

República