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La Tribuna
Columnista

Educación, PSU y desigualdad   (I parte)

Leslia Jorquera

Alejandro Mege Valdebenito.

por Leslia Jorquera

 Lo que si se le reconoce a la PSU es ser el procedimiento más certero para dejar al descubierto en toda su crudeza la desigualdad social.

Sobre los previsibles resultados de la PSU 2018, las observaciones y las críticas provenientes tanto del mundo social, académico, político, de investigadores y de los propios estudiantes que la rindieron, algunos de los cuales obtuvieron puntajes nacionales, en esta oportunidad se multiplicaron, con excepción de unos pocos que la justifican, calificando esta medición estandarizada como altamente selectiva  que presume que  todos los alumnos debieran haber alcanzado y desarrollado durante su proceso educativo, que resulta ser tremendamente desigual, similares conocimientos y habilidades de manera también estandarizada. Lo que si se le reconoce a la PSU es ser el procedimiento más certero para dejar al descubierto en toda su crudeza  la desigualdad social – es más real que la Encuesta Casen, se afirma- mostrando, una vez más, como  las brechas de género, socioeconómicas así como el tipo y dependencia de la institución escolar son determinantes en los resultados. Desigualdad que se inicia en el  momento que el individuo nace y que el sistema educativo institucionaliza como si el proceso fuera el más natural y justo para seleccionar a quienes, por sus méritos, deben ser admitidos en la universidad sin tener en cuenta que para alcanzar dichos “méritos” no todos tienen las mismas oportunidades ni los mismos recursos que le permitan competir en igualdad de condiciones, hecho que está resultando ser – y eso es lo triste e injusto- socialmente asumido como inevitable. Y, cuando se buscan fórmulas para reconocer en los alumnos sus resultados académicos previos y se les bonifica mediante el ranking de notas de sus colegios de origen, surge la sospecha  que existen establecimientos  que “inflan” las notas de sus alumnos para obtener un  beneficio adicional en la PSU, duda basada en  que el 26% de los alumnos que la rindió con una mayor bonificación no alcanzó los 500 puntos (puntaje que en matemática se logra con 22 o 23  respuestas buenas de 75 preguntas), en cuyo resultado influye también el hecho que el recargado currículo escolar oficial en que se basa la PSU, por distintas razones, no le es  impartido a los alumnos en su totalidad, deficiencia que afecta en mayor grado a la educación municipalizada, reconociendo quienes obtienen algunos de los más altos resultados haber  suplido ese vacío  con la asistencia a un preuniversitario, al que no todos tienen la opción o la posibilidad de acceder y no todos los que lo hacen obtienen el puntaje necesario para ingresar a estudiar la profesión de sus anhelos por cuanto más se alzan los resultados, más altos son los puntajes de corte de las carreras universitarias por la incapacidad del sistema educativo superior de acogerlos a todos en las carreras más demandadas.

Y, ¿a quienes acoge?

Ya lo sabemos y, bien por ellos. Pero, ¿que se ofrece  profesional y laboralmente al resto de la población estudiantil?

En lo esencial, con una educación de calidad para todos desde el nivel preescolar,  diversificando y fortaleciendo la educación técnico profesional en áreas que constituyan un aporte real al crecimiento y desarrollo sustentable del país con una economía al servicio del ser humano y no al revés.

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