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Columnista

Los eventos y el caminero

Leslia Jorquera

Alejandro Mege Valdebenito.

por Leslia Jorquera

“Estos “eventos”, son el resultado de numerosos factores (exceptuando la mano de la naturaleza) que tienen que ver con el proyecto y diseño de la obra”.

El término evento, definido por la Real Academia de la Lengua como un acontecimiento o suceso, imprevisto o programado, sea artístico, cultural, deportivo o de otro tipo similar; a un ingenioso se le ocurrió denominar “eventos” a los baches que se encuentran distribuidos generosamente en veredas, calles, carreteras y caminos, como trampas a peatones y conductores poniendo a prueba la atención de las personas para mirar por donde caminan y esquivarlos, evitando los accidentes, a veces con lamentables consecuencias para las víctimas, como a las personas u organismos que son demandados por imprevisión o desidia; así como para comprobar la habilidad y  paciencia de los conductores y verificar la resistencia de los vehículos, a la vez que calificar la  capacidad de las autoridades - a quienes se culpa de la existencia de cuanto “evento” se cruza en su camino- para responder a la solución del problema, situación que no siempre depende de la autoridad más cercana y visible sino que de una estructura administrativa mucho más burocrática y compleja que no siempre funciona de manera sistémica y coordinada entre los distintos servicios, muchas veces con un derroche de tiempo y recursos al tener que intervenir, incluso destruir, obras ya hechas para instalar otras, para luego reinstalar de nuevo las destruidas.

Estos “eventos”, son el  resultado de  numerosos factores (exceptuando la mano de la naturaleza) que tienen que ver con el proyecto y diseño de la obra, los recursos asignados, el tiempo de ejecución (algunas se eternizan), el tipo y resistencia de los materiales, la calidad del trabajo, la supervisión y control de los organismos técnicos fiscalizadores, entre otros, donde el factor humano (incluso la decisión política por sobre la técnica) tiene la mayor responsabilidad, como la tiene también en el uso abusivo de la infraestructura cuando es utilizada, a vista y paciencia de todos, en tareas y actividades para las cuales dichas obras no fueron construidas.

Un reflejo menor de lo que ocurre en muchas partes, lo vivimos quienes circulamos varias veces al día por calle Orompello y su conexión con avenida María Dolores donde se realiza una importante obra de mejoramiento urbano que se  hermana con la avenida Padre Hurtado la que, una vez  concluida, debería enorgullecernos como angelinos. Al término de ese empalme vial, hacia el norte, los “eventos” pasan la cuenta a los sufridos conductores, situación que nos hace recordar a quienes conocimos como “camineros”, aquellos antiguos trabajadores de la Dirección de Vialidad  que, distribuidos en los caminos de arena y ripio de esos tiempos, con carretilla y  pala, reparaban los baches que hacían un transitar más seguro y amable.

“Camineros” que hoy se necesitan para mantener las vías de circulación expeditas mientras las obras se construyen o se reparan.

Alejandro Mege Valdebenito.

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