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La Tribuna
Columnista

Salud Mental

Leslia Jorquera

Roberto Poblete Zapata.
Diputado

por Leslia Jorquera

“Los problemas de salud mental constituyen la principal fuente de carga de enfermedad en el país”.

 

La modernización de nuestro país ha dejado numerosos beneficios en lo económico, pero a la vez ha originado una transformación profunda en el seno social durante los últimos 25 años. En Chile, al mismo tiempo, se consagra el derecho a la integridad psíquica y a la protección de la salud, lo que se condice con el derecho de toda persona al “disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental” consagrado en el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ONU). Sin embargo, eso a veces parecemos no recordarlo.

En Chile, no contamos con leyes que regulen los efectos de la declaratoria de enfermedad mental invalidante en términos laborales, sino sólo para efectos asistenciales menores y para privar al paciente de ejecutar actos patrimoniales, es decir, para declararlo interdicto.

Hay ciertas normas en la ley 20.584 que regula los derechos y deberes que tienen las personas en relación a las acciones vinculadas a su atención de salud; en la ley 20.422 de discapacidad, y en la ley 18.600, que establece normas sobre deficiencia mental, que se hacen cargo sólo en una parte menor del problema de las graves patologías de la conducta y el carácter. Según datos aportados durante el trámite, los problemas de salud mental constituyen la principal fuente de carga de enfermedad en el país. Se calcula que un 17% de la población ha presentado síntomas depresivos y un 3% mantiene trastornos psiquiátricos graves, cifras que se incrementarían en los próximos años.

Hoy sin embargo, estamos ante un atisbo de mejora.

Nacido de dos iniciativas parlamentarias, tenemos frente a nosotros un proyecto, sobre protección de la salud mental, que aborda el reconocimiento y protección de los derechos fundamentales de las personas con enfermedad mental, con discapacidad intelectual y con discapacidad psíquica en especial, y los derechos esenciales de dichas personas, tales como el derecho a su libertad personal, a su integridad física y psíquica, a su derecho a cuidado sanitario, y a su inclusión social y laboral.

Era imprescindible, abordar en un proyecto de ley, una materia de salud pública de la máxima importancia, incorporando a la salud mental como una prioridad nacional, como un derecho fundamental y como un componente del bienestar general. Es decir, haciéndose cargo del problema de forma integral.

No podemos ignorar que las patologías mentales han tenido un aumento alarmante, y siguen atacando la vida, salud y el bienestar de las personas. Se trata de trastornos, a veces imperceptibles, de los cuales la medicina pública chilena hoy comienza a dar cuenta. Y en buena hora que así sea.

Roberto Poblete Zapata.

Diputado

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