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Columnista

Democracia Cristiana, ¿quo vadis?

Zazil-Ha Troncoso

Mario Ríos Santander

por Zazil-Ha Troncoso

Algún tiempo atrás, en esta misma columna, recordaba al señor Rincón, aquel hombre macizo que, al término de los partidos de futbol del Deportivo Los Ángeles, más de una vez se lanzó en contra del árbitro del momento y le propinó una “pateadura” de Padre y Señor mío. En otra ocasión le pegó a Ítalo Zunino por otros motivos.

Cuando escribí ese recuerdo del señor Rincón, por casualidad nuestra empresa recibía un reconocimiento nacional y se nos entregaría una estatuilla en un salón de Santiago. Al llegar a la ceremonia, nos encontramos con que la conductora de este acto sería la periodista de apellido Rincón.

Nos sentamos en primera fila, y de pronto la señorita o señora Rincón me queda mirando, avanza un par de pasos y me enrostra que “el señor Rincón que yo recordaba en una columna de opinión del Diario La Tribuna de Los Ángeles no era su abuelo, era otro Rincón”.

Luego se dio media vuelta, subió al escenario y comenzó la ceremonia. La verdad es que gocé ese momento. Me reí y admiré con los correos regionales de la familia Rincón, hoy dedicada hacer añicos a la Democracia Cristiana.

Hay que tener cuidado con la familia Rincón; son buenos para los combos, y yo, la verdad es que soy muy malo para pelear. Pero no puedo quedarme callado. Carolina Goic, digámoslo con respeto, no tenía alternativa alguna en esta elección presidencial, como tampoco la tiene Guillier.

A Piñera, con una suerte enorme, le corresponde enfrentar esta elección con dos candidatos de la NM simpáticos, pero sin relato alguno. Y peor aún, cuando hablan, bajan en las encuestas. Guillier fue grande cuando estaba en silencio. La Goic, en cambio, nunca fue grande. Esa es la verdad. Pero eso no permite que se lance tanta basura en su contra. Más que mal, es una mujer que hay que respetar.

Y aunque la señora Rincón, quien fuera casada con el señor Latorre, eterno dirigente DC, expresara que “las mujeres mienten y lo digo yo porque lo he visto”, no era oportuno tal observación en momentos que la Presidenta de su partido, y candidata a la Presidencia, honor que ella no alcanzó porque le ganó en la primaria don Claudio Orrego, manifestaba su determinación de prohibir cualquier candidatura al Congreso de personas que le hubiesen pegado a cualquier mujer.

Y el diputado Rincón le había propinado una zurra a su mujer hacía algunos años atrás, y más encima condenado a “rehabilitación”, cosa que el diputado Rincón no hizo porque prefirió ser candidato a la Cámara de Diputados con la ayuda de las hermanas. La ex señora, con algunos moretones en su rostro, simplemente pasaba a mejor vida y punto. Hasta que se les cruzó la Goic.

Las hermanas Rincón, una de ellas hoy candidata a senadora por la región del Maule, estaban tranquilas. Como la Goic había votado favorablemente el aborto, hecho harto más grave que una gresca de su hermano con su ex señora, suponían que  no se iba a cruzar en el camino de su hermano. Pero, por esos misterios de la vida, la Goic estaba dispuesta a poner fin a la vida del que está por nacer, pero no a que un parlamentario de su partido le propine golpes a su mujer. Total, el niño en el vientre de la madre no alega, pero un diputado sí, y grita cuando es necesario.

Pero también por estas cosas de la vida, lo que ocurriría en el Consejo General DC era mucho más grande. Rincón había arreglado las cosas con sus colegas de hemiciclo en tal forma que echaba para afuera a esta candidata que va directo a la derrota, abrirse a la Nueva Mayoría de nuevo para lograr mejores pactos y evitar conciliábulos con el MAS y la Izquierda Cristiana (imagino a Pinilla alabando al MAS en Quilleco), y de paso dejar callada esa veintena de mujeres que gritaron “Rincón, Rincón” todo el día.  Todo esto, en mérito de mantener a los diputados actuales. Sobre el futuro de la DC, mejor no hablar.

El episodio es pésimo para el mundo político y más malo aún para la DC. Ahora está a medio camino de ninguna parte. Tiene a miles de camaradas trabajando en los más recónditos lugares de la administración pública. Si salen del gobierno, no tienen idea de en qué trabajarán.

Su ministro del Interior, una suerte de silencio permanente, no sabe qué ocurrirá, y yo creo que la Teresita Stark tampoco. ¿Por qué se llegó a esto? Una primera respuesta: los tiempos actuales son para otro tipo de servidores públicos y no para los actuales. Duro decirlo, pero esto se acabó. No hay base alguna para seguir adelante en estas condiciones, y la DC será de las primeras en sufrir las tempestades que se avecinan.

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