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La Tribuna
Columnista

El lamento del candidato

Leslia Jorquera

Cristóbal Bellolio

Escuela de Gobierno

Universidad Adolfo Ibáñez

por Leslia Jorquera

Las estrategias de victimización son un clásico en política. Desde su irrupción como precandidato, el senador Alejandro Guillier ha insistido en esa táctica. Ha señalado que la elite no lo quiere, que nunca había visto a nadie tan maltratado por los medios como él, y ahora que, prácticamente, nadie lo pesca en La Moneda. Incluso, agregó, el ministro del Interior, Mario Fernández, se olvida de las conversaciones que sostienen.

Es probable que algo de eso sea parcialmente cierto. El "partido del orden", como le dicen a la trenza de alianzas político-económicas que atraviesan el espectro político y que en cierta forma administra a la nación, ha dicho con todas sus letras que prefiere decidir entre Piñera y Lagos.

Un conocido periodista deportivo echó al agua a un medio de comunicación que quería -según su versión- "matar a Guillier". Se sabe que el propio ministro del Interior quiere a Lagos como presidenciable de la centroizquierda.

No es sorpresa que la elite política y económica se sienta más a salvo con Lagos que con Guillier. El primero demostró, como gobernante, no tener mayores complejos con el modelo de desarrollo chileno. En cambio, Guillier es una caja de Pandora: nadie sabe con certeza qué puede salir de ahí. Aunque no tiene un relato afinado, todo indica que el senador por Antofagasta tomará el camino de denunciar a los grandes poderes. Por eso sostuvo que él, a diferencia de Lagos, venía del "mundo de los movimientos sociales", aseveración bastante dudosa, pero pegadora.

Sobre lo que piensan en el equipo político de La Moneda, hasta cierto punto a Guillier le conviene que regaloneen más a Lagos. Él puede seguir girando en la retórica del outsider anti cúpulas. No estamos hablando de un gobierno victorioso con el cual todos quieren sacarse la foto. Por el contrario casi nadie quiere salir en esa foto. Hace un par de lustros, la buena onda del ministro de Interior habría sido relevante. Por ahora, da lo mismo que Fernández haga como que no se acuerda.

Cristóbal Bellolio

Escuela de Gobierno

Universidad Adolfo Ibáñez

 

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