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Columnista

Y usted, ¿qué necesita?

Mauricio Lobo Bastidas

Juan Secano Rere
Gaucho de la Patagonia radicado en Los Angeles
Twitter: @SecanoJuan
[email protected]

por Mauricio Lobo Bastidas

“Si existiera un hombre perfecto, como canta Myriam Hernández, éste no necesitaría nada y de ahí vendría su perfección”

El hombre es un ser imperfecto y en eso todos estamos de acuerdo. La imperfección está dada porque incluso desde antes de nacer ya necesita cosas. Por ejemplo, necesita que la madre se alimente bien, que no fume y que no pase malos ratos durante el embarazo. Una vez que nace, el hombre necesita alimentarse, abrigo, ir al baño y cuando comienza a crecer y hasta su muerte (la esperanza de vida actual en promedio bordea los 80 años, vaya sacando cuentas…) está permanentemente necesitando cosas como alimento, casa, auto, salud, educación, etc… Si existiera un hombre perfecto, como canta Myriam Hernandez, éste no necesitaría nada y de ahí vendría su perfección. Algunos filósofos y autores cristianos han sostenido que cuando el hombre muere y va al cielo, en ese mismo momento termina de necesitar. El alma pasa a dejar de “desear” de “necesitar” algo, ya que lo posee todo en plenitud: posee y vive en y con Dios. En esta misma lógica se podría decir que mientras más cosas necesito, menos perfecto soy o podría ponerme irónico y afirmar “dime qué necesitas y te diré quién eres” ya que en la vida actual existen muchas falsas necesidades. En vida ¿es posible vivir en y con Dios? La respuesta es sí y sobre todo acá en Los Ángeles. Recuerdo, por ejemplo, las prédicas del Padre Ricardo Sammon, el fallecido párroco de Portezuelo, que amaba esa tierra del secano costero de Ñuble. En una de ellas preguntaba ¿y dónde está Dios? Y respondía el mismo: “Aquí, en Portezuelo: en la cazuela de vacuno, en el mote con huesillo, en los atardeceres de Capellanía (un lindo sector rural), en una galopada a caballo… Aquí está Dios”. El padre Ricardo tenía razón, Dios está presente de modo vivo en su creación, en la naturaleza, en las montañas, los ríos, la comida, en todas y tantas cosas buenas que nos dio que podemos verlas y poseerlas 100%. Pero también y sobre todo podemos verlo reflejado en todas aquellas personas que luchan por ser santos y que buscan ese estado de gracia que permite que Dios habite en nosotros de manera temporal. De ahí, por ejemplo, la importancia del sacramento de la confesión, que nos devuelve esa presencia, esa cohabitación de Dios en nosotros mismos, que estamos hechos de barro puro: sucio y hediondo lodo de charco infecto. Pero, una vez confesados, nuestra alma queda recién bañada en Barzelatto, lista para salir a la calle, al trabajo, al supermercado. Este sacramento es verdadera necesidad. Si le dijeran que le quedan 30 segundos de vida ¿qué es lo que haría en ese tiempo? Le aseguro que tomaría el celular para mandar un último wathsapp. Eso es grave. Hoy quiero invitarlo a que cierre la puerta de su oficina o de su pieza por un rato y en no más de 10 minutos anote las 10 cosas que más necesita. Si se da cuenta de que no necesita nada se estará auto-engañando: no se conoce de verdad. Anote sin miedos, tiene una semana. Le aseguro que la lista le quedará corta. El próximo lunes, en este mismo espacio le diré qué hacer con cada una de esas necesidades. Le diré si son verdaderas o son falsas. Ahora me despido ya que voy tomando un avión a un lugar cerca de Alaska, donde espero arrear, junto a un baqueano de allá, un piño de cabras salvajes. Hasta la próxima.

Juan Secano Rere

Gaucho de la Patagonia

radicado en Los Angeles

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