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Por años, Marianne Schmidt fue el rostro serio y riguroso del periodismo internacional en Mega. Pero en los últimos meses, el público ha ido descubriendo a "la Gringa": una comunicadora versátil, auténtica y con una capacidad sorprendente para la conducción de matinales. Su desempeño reemplazando a Karen Doggenweiler en las últimas semanas en Mucho Gusto ha sido ampliamente elogiado, incluso por el influyente crítico Larry Mo, quien destacó su "desplante, preparación y fiato" con José Antonio Neme.
En conversación con La Tribuna, Marianne ahonda sobre su trayectoria, sus raíces angelinas y cómo ha logrado equilibrar una carrera en ascenso con su vida personal y familiar.
"Ha sido una gran experiencia que no me la esperaba y que tampoco la he buscado", confiesa Marianne sobre su rol como conductora de Mucho Gusto. La periodista, que llegó a Mega en enero de 2003, siempre trabajó en el Departamento de Prensa, enfocada en noticias internacionales. "Mi sueño desde segundo medio fue ser periodista internacional y viajar por el mundo", explica.
El cambio comenzó hace unos tres años, cuando Mega decidió fusionar sus equipos de prensa con producción. "Con esta fusión, más el cambio de contenidos en los matinales chilenos después del estallido social y la pandemia, me pidieron tener un espacio internacional en Mucho Gusto", explica.
Pero había algo más. "Se empezaron a dar cuenta de que yo bailaba súper bien, que tenía este lado bastante divertido. Esa soy yo, lo que pasa es que uno se pone serio cuando está en prensa", ríe.
El puntapié inicial para la conducción fue el Festival de Viña 2024, donde tuvo que asumir como ancla del matinal desde el Hotel Sheraton, mientras José Antonio Neme y Natasha Keenan tenían otras responsabilidades.
Cuando Larry Mo, el influyente crítico de televisión, escribió sobre su desempeño, Marianne se sorprendió. "Nadie conoce a Larry Mo, nadie sabe quién es, pero sí sé que es un referente que muchos toman en consideración. Cuando lo leí, dije: 'Wow, entonces parece que sí lo estoy haciendo bien'".
El crítico había destacado que Marianne obtuvo 77.000 votos en los Premios Cordillera, por su preparación y su química con José Antonio Neme. "Me sentí feliz de leerlo y sorprendida, no me lo esperaba", admite.
Sobre su estilo auténtico y su capacidad para opinar en pantalla, Marianne es clara: "Eso también te lo dan los matinales. Por ejemplo, opiné sobre George Harris y su desempeño en Viña, a pesar de que éramos el canal anfitrión. Teníamos libertades".
Su preparación es exhaustiva. "Todas las noches recibo una pauta larguísima y tengo que preparar esos contenidos durante la noche. Me ponen 11 o 12 temas, aunque no se hablen de todos, tengo que prepararlos igual. Así que sigo durmiendo tres a cuatro horas diarias".
Marianne ha sido nominada dos veces como Mejor Panelista en los Premios Cordillera. Aunque no ha ganado, valora profundamente el reconocimiento. "Independiente de que no gané, tuve una alta votación. Estoy súper agradecida", señala.
Recientemente, Marianne sorprendió con su aparición en un capítulo de la teleserie "Aguas de Oro". Al respecto, relata: "Me llamó la productora general del área dramática y me dijeron que necesitaban a alguien reconocida por noticias internacionales para hablar del impacto mundial de las Aguas de Oro".
Además de la televisión, Marianne suma nuevos desafíos: es columnista de la revista Atrévete Woman, donde escribe sobre temas internacionales, y ha participado en Radio Infinita. "Nunca había escrito para ningún medio impreso. Mi último artículo fue un análisis sobre el uso de la Navidad por parte de Nicolás Maduro en Venezuela", relata.
A pesar de vivir en Santiago desde hace más de dos décadas, Marianne mantiene una conexión profunda con Los Ángeles. "Tengo a toda mi familia en Los Ángeles. Mi mamá, mis dos hermanos hombres viven allá y mis dos hermanas en Concepción. Para mí, Los Ángeles hoy es la ciudad de los encuentros, porque soy la única que vivo en Santiago", explica.
De la ciudad guarda grandes recuerdos: "Tuve una bonita infancia en Los Ángeles. Todos nos conocíamos. Era panorama caminar y bajar por Colón, ir a comprarse el helado a la esquina. Todos los locales comerciales, la gente que te vendía la ropa y los zapatos, todos nos conocíamos".
Sin embargo, reconoce que la ciudad ha cambiado: "Echo de menos Los Ángeles de antes, cuando uno caminaba por el centro y saludaba a todo el mundo. Todo era más limpio y bonito. Ahora voy a ver a mi mamá y a ciertas horas escucho fuegos artificiales y tiroteos".
Marianne trata de volver regularmente. "En mis vacaciones paso dos semanas siempre en Los Ángeles. Visito a familiares, amigos, voy a la piscina y al campo. Una vida familiar", agrega.
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