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La Tribuna

Estudiantes cumplieron el sueño de 30 familias mulcheninas

por Víctor Contreras

Tres alumnas de último año de trabajo social del Instituto AIEP lograron regularizar los títulos de vivienda de cientos de personas tras 50 años de espera y sufrimiento, en donde un fallido trámite municipal de la época no les daba chance para optar a beneficios.

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En la población Ignacio Verdugo Cabada de Mulchén llevaban más de cinco décadas esperando que se regularizara la situación de sus viviendas, cuyos planos no habían sido recepcionados en el municipio, debido a un error de tramitación en los años en que se construyó esa población (1963).

Este importante detalle había dejado a todos los dueños de esas casas sin la posibilidad de optar a ningún beneficio por parte del Serviu, lo cual era un problema crucial puesto que con el paso de los años estas viviendas comenzaron a deteriorarse.

Además, las personas que allí viven no contaban con los recursos, en primer lugar, para contratar a un arquitecto que rehiciera los planos, y tampoco los recursos para hacer reparaciones o ampliaciones de sus hogares, las cuales fueron azotadas por las inundaciones de 2006 y el terremoto de 2010.

Ante este problema, una estudiante de trabajo social de último año, junto a dos compañeras de curso, crearon el proyecto ‘Devolviendo Esperanzas’, con el cual buscaron voluntarios para realizar los planos de estas casas y así finalmente ser enviados a la municipalidad para su recepción.

UNA VIDA ENTERA ESPERANDO

Ana María Reyes, presidenta de junta de vecinos Arturo Prat, comenzó relatando que “esta población se entregó en el año 1963, siendo una población de emergencia tras el terremoto de 1960. Yo nací acá el año 1965, en esta misma casa. Acá hay muchas historias y vivencias que nos identifican a cada uno de nosotros”.

“Mi mamá nos crió sola a 8 hijos acá en esta casa, teniendo sólo 30 años. Nosotros jamás vimos un padre, el cual estuvo siempre ausente, pero ella supo sacarnos adelante y de ahí salió ese ímpetu y el espíritu de lucha que tengo”, contó la dirigente sobre su vida en aquella población.

Además reveló que “mis hermanas decidieron vender esta propiedad y yo la compré. Estaba muy deteriorada, como la gran mayoría de las casas que hay acá, así que la hicimos toda nueva. Pasé toda mi infancia en este lugar”.

Sobre el problema acotó que “cuando asumimos la directiva de la junta de vecinos, nos encontramos que hace muchos años a este sector se le postulaba para distintos proyectos, ya sea para mejoramiento, ampliaciones, etcétera; pero nunca se daba, a pesar de tener los puntajes en la ficha de protección social, ahorros y todo lo necesario para optar al subsidio”.

UNA AMARGA NOTICIA

“Nosotros fuimos al Serviu y allí nos atendió un señor muy amable que nos dice: ‘Señora, el hecho de que ustedes no queden en ningún subsidio no es porque se les esté discriminando o marginando. La verdad de las cosas es que ustedes no cumplen con un requisito muy importante’”, comenzaba el relato de Ana María.

“Esto es la recepción definitiva de las viviendas”, sentenció el señor aludido en el Serviu, a lo que Reyes contestó que “cómo no vamos a tener eso si son viviendas sociales que se pagaron con dividendos, por lo tanto deberían haber sido recepcionadas en el municipio”.

El trabajador del Serviu en tanto contestó que “no existe ningún documento que así lo avale, y para la institución, uno de los requisitos principales es tener recepción definitiva de la vivienda, por lo tanto ustedes no pueden postular a ningún subsidio”, sentenciaba.

 

INCANSABLES INTENTOS

“La directora provincial del Serviu dijo que vería esta situación y después finalmente nos dijo que no había solución, puesto que habían pasado muchos años. Después el alcalde Jorge Rivas viajó a Concepción comprometiéndose a ayudarnos, cumpliendo hasta donde él pudo llegar, porque tampoco acogieron sus peticiones”, relató Reyes.

“Sólo se nos ofreció que podíamos derrumbar todas las viviendas y así nos podían dar un subsidio de vivienda nueva en sitio propio. Y yo habiendo vivido acá y conociendo a todos los vecinos del sector, era imposible que pudiera aceptar un ofrecimiento como aquel” señaló con emotividad.

Además insistió en que “al principio todos los vecinos se desanimaron y dimos esto por perdido, pero Dios cuando quiere dar, a la casa viene a dejar. Así es como llegó a mi trabajo la señorita Evelyn Navarrete, estudiante de trabajo social, quien ya había trabajado con nosotros apoyando a los vecinos con diferentes postulaciones”.

“Ella llegó con dos compañeras estudiantes, Katy y Nicole, ofreciendo otro proyecto para ayudarnos. En ese mismo instante entendí que esa era la respuesta que busqué por tanto tiempo”, dijo con alegría.

“Yo creo que si en este país contrataran profesionales con las competencias como las que tienen estas tres chicas, Chile sería ya un país desarrollado”, dijo con elocuencia.

PROFESIONALES CON SENTIDO SOCIAL

La estudiante de último año de trabajo social Evelyn Navarrete, contó sobre su inmersión en este proyecto que “todo esto partió en el año 2015, porque ahí yo conocí a la junta de vecinos Arturo Prat número 6, trabajé en conjunto capacitando mujeres por el Sence, con fondos para comprar cosas para sus emprendimientos”.

“Como ya las conocía, a través de un ramo comunitario que tiene nuestra carrera, buscamos a un grupo social para ayudarle a focalizar sus mayores necesidades, por eso me acerqué donde la señora Anita, diciéndole que debemos trabajar con ella misma”, dijo la universitaria.

“Ahí ella me dijo que eso era lo que estaba esperando, planteándome de inmediato que llevaban más de 50 años esperando que alguien les pudiera ayudar, para obtener la recepción definitiva, debido a las condiciones de sus casas y en donde no se tenía el dinero para concretar los arreglos más urgentes. Yo vi que no había calidad de vida”, contó sobre sus primeras impresiones sobre el problema.

“Qué va a hacer un anciano con una pensión de 88 mil pesos, entonces ellos en la primera reunión me explicaban eso. Estaban muy desesperanzados, así que por eso el proyecto le pusimos el nombre de ‘Devolviendo Esperanzas’”, reflexionó.

“Tocamos puertas en el Serviu, siendo todo negativo, por eso buscamos voluntarios, yendo a universidades que pudieran proporcionar un voluntariado, así es como en Aiep nos abrieron la oportunidad, enviando 37 alumnos de construcción civil, dedicándose todo un día a trabajar en la población”, reveló.

 

“A ellos les costó mucho, han sufrido con esto, pero están igual de emocionados que las personas, entregando su trabajo y sacrificio, volviendo siempre una y otra vez con muchas ganas de trabajar, agradeciéndonos incluso por esta oportunidad”, dijo orgullosa Navarrete.

“Ahora con los planos en la mano, las viviendas van a tener su recepción definitiva”, remató.

FAMILIAS FELICES

Una de las beneficiadas fue Catalina Poblete, quien dijo que “Yo trabajaba en ese tiempo y era mi papá el que hacía los trámites, él firmó la escritura y todas esas cosas. Nosotros no teníamos idea. La gente antigua entendía poco, no como ahora que la gente tiene facilidades de entender y para aprender”.

“Con 83 años como no voy a estar feliz, porque cuántos días más de vida me quedarán a mí, voy a estar feliz recibiendo mis planos y todas esas cosas, siempre que los demás herederos no me vengan a pelear después”, contó entre risas.

Adriana Gutiérrez en tanto contó que “me queda tan poca vida, los que queden vivos que peleen ellos. Tengo hijos pero vivo con uno solo. Ahora hay más de todo pero la vida es más cara. Tengo una hija cerca que me puede acompañar. Mucha alegría vamos a tener porque nos entregarán las escrituras”.

 

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