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La Tribuna

La travesía de una angelina en una misión a África

por Sebastián Díaz

Marion Saavedra, estudiante de tercer año de enfermería en la Universidad Santo Tomás fue elegida para un viaje que marcó su vida.

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Desde pequeña Marion Saavedra se ha dedicado a las misiones, algo que le gusta y que le permitió llevar a cabo una experiencia que de seguro no olvidará.

“El viaje se dio porque soy voluntaria permanente de la universidad, había participado en otras actividades. Iban dos estudiantes de nuestra casa de estudios a nivel nacional, fui yo y un chico de Iquique”.

Aseguró que el anuncio lo hicieron en agosto del año pasado y fue sorpresivo, ya que ella jamás postuló.

En la misma línea, sostuvo que “fue muy raro porque yo siempre quise ir a África como voluntaria, llevo 10 años participando en distintas organizaciones y cuando me dijeron quedé en shock, no lo podía creer”.

Agregó que ese momento fue muy emocionante, enfatizando que “lo que uno hace, no lo hace por esperar una recompensa o algo a cambio. Fue como un regalo y saber que estoy haciendo las cosas bien”.

La estudiante de tercer año de enfermería, contó que viajó el 5 de enero hacía el continente africano, para llegar el 6 a Adís Abeba, capital de Etiopía, donde estuvo tres días junto con el otro estudiante chileno, de quien debió separarse para ir a misiones distintas, en la cual ella se fue a Andobe, un poblado rural distante a 12 horas de la capital del país.

Asimismo, explicó que “en la ciudad hay una clínica, dos postas rurales, tres guarderías y un programa para agricultores. Trabajé más en el tema de salud y las guarderías”.

En ese ámbito, Saavedra aseguró que dividieron el grupo en equipos, donde ella y una dentista tuvieron que ir a acampar a los sectores rurales para poder atender pacientes, hacer capacitaciones, ya que no hay médicos, sólo enfermeros.

Respecto a su labor explicó que “atendimos muchos pacientes, muchas curaciones, programas de desnutrición, de vacunación. También fuimos a las guarderías a hacer charlas de higiene, le dimos flúor a los niños, hicimos charlas de nutrición para los papás y los más pequeños. También me tocó desenterrar una cañería gigante y pintar las guarderías y las postas”.

LAS ENFERMEDADES

Su experiencia la catalogó como fuerte, porque “hay que ser duro, uno ve cosas que creía que ya no existían. Tampoco es tan fuerte como la caricatura que hay de África, pero uno se da cuenta de que la higiene es la base de las enfermedades, porque ellos no tienen agua, no pueden asearse, hay niños con hongos, con enfermedades infecciosas”.

A su vez, comparó lo que se ve en Etiopía con Chile, de lo cual dijo que las enfermedades que se presentan en el país allá no se ven, dando el ejemplo que sólo habían dos personas con diabetes en todos los poblados a los que asistió.

Para la joven, fue casi como viajar al pasado, según dijo, hay mucha pobreza y los niños andan descalzos.

En ese sentido, aseguró que el hecho de haber participado en otras misiones le ayudó a demostrar fortaleza ante tan cruda realidad, “una ya lo maneja, ya no me pongo a llorar cuando veo pobreza, sólo hay que tratar de aportar, no andar compadeciéndote del resto, porque eso va a ayudar a nadie. La idea era concentrarse en ayudar. La experiencia previa que tenía en voluntariado, que si bien no era tan extrema y tan fuerte, me ayudó mucho a poder decantar y estar más tranquila al momento de ver todo”.

En relación a su experiencia en el sentido laboral y universitario, sostuvo que fue muy importante, ya que, como mencionó anteriormente, se encontró con enfermedades que no son  comunes en Chile, casos nuevos para ella, como la tuberculosis.

“Gracias a Dios, acá tenemos los servicios básicos de sanidad y ya no vemos niños con hongos, con conjuntivitis porque no se lavan la cara o el pelo. Traté enfermedades infecciosas impresionantes porque hay casos muy extremos, lepra, enfermedades muy antiguas, que si bien tenía un conocimiento previo, llevarla a la práctica es diferente”.

Asimismo, agregó que fue raro, porque pensó que iba a trabajar enfermedades como las de este lado del mundo y al llegar a allá se percató que sólo habían dos personas con diabetes, ningún hipertenso y todo eso se debía a la poca alimentación que tienen.

“Acá el 80% de la población está con sobrepeso, allá el 80% de la gente está bajo el peso que debería, entonces obviamente los estilos de vida son los que influyen en los padecimientos de las personas”, dijo.

APRENDIENDO EL IDIOMA LOCAL

Uno de los problemas que podría haberse generado es el de la comunicación, considerando que muy pocos hablaban español. De los misioneros había gente de distintos lugares e incluso en Etiopía se habla amhárico, un idioma local.

En ese sentido Marion afirmó que “al principio yo hablaba inglés, pero no es como que lo hable todos los días, pero una vez que llegué al aeropuerto y todo bien, pero a veces quienes traducían  de inglés a amhárico se iban y nos dejaban ahí con la gente, entonces teníamos que hablar su idioma, habían algunas personas que entendían inglés, pero muy pocas. Era casi una obligación hablar su lengua, en cosa de tres semanas tuvimos que aprender amhárico”.

Junto con esto agregó que también lograban comunicarse con señas, por lo que el tema de la comunicación en sí no fue problema para ellos.

Dentro de lo que detalló, dijo que había gente que les enseñaba el idioma y a la vez ellos el español, por lo que fue una retroalimentación que los ayudó mucho.

Asimismo, aseguró que “me pasó un día que estaba trabajando y la enfermera con la que estaba no hablaba inglés, entonces, como que me floreció el idioma (ríe), y después se fue haciendo más fácil porque escuchaba a la gente hablando todo el día”.

DÍAS DE DESCANSO

Siendo un trabajo, obviamente existían días para descansar. La estudiante angelina contó que “teníamos el día domingo en la tarde para reposar, porque en la mañana íbamos a misa o de repente nos tocaba ir a la guardería o a lavar la ropa, así que la verdad es que no teníamos mucho tiempo para relajarnos”.

Dentro de lo mismo, explicó que no había mucho para hacer, debido a que las ciudades grandes eran muy lejanas, por lo que se dedicaban a leer o ver películas, producto de que no había televisión y la luz y se cortaba.

LA BRECHA ECONÓMICA

Una de las cosas que impresionó a la joven estudiante de enfermería fue la gran diferencia económica entre ciudades. “Lo que vi fue mucho contraste, porque en febrero las misioneras nos propusieron ir a Bahir Dar y el contraste de realidades es mucho. Uno ve gente con mucho dinero, que se la pasa en hoteles, que comen muy bien y es muy diferente a lo que vimos en las localidades”.

EL RETORNO

Su vuelta al país Saavedra la cataloga como un proceso, debido a que una de las misioneras de Colombia tenía vuelo el 3 de marzo. Debido a lo anterior viajaron todos juntos, producto de una guerra civil en el país, que hace peligrosas las travesías de noche.

Fue así como Marion explicó que tuvieron que trasladarse a Adís Abeba, donde se quedaron una noche y luego viajaron a Moqueturri, otra misión, donde trabajaron en otro sector y volvieron el 5 de marzo para volver a Adis y viajar de retorno a Chile.

El vuelo, eso sí, no estaría exento de problemas, “tuvimos complicaciones, porque nos perdieron las maletas en Sao Paulo”, por lo que confesó “yo estaba enfurecida”.

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