Los últimos días de los fallecidos

Belarmino Álvarez se desempeñaba como camarógrafo de la unidad del regimiento angelino cuando ocurrió la tragedia de Antuco. Su labor era tener registro de las actividades para tener testimonio de cada año de conscripción de los soldados.

Por tal motivo, él fue quien estuvo durante los primeros quince días con los más de trecientos soldados que se encontraban en aquella campaña, acompañándolos y registrando todas sus actividades e instrucciones en los últimos días de vida de los 45 fallecidos en la marcha.

El ex camarógrafo de la institución relató a La Tribuna cómo vivieron los soldados sus días anteriores a ese 18 de mayo: “Los jóvenes estaban bien, contentos de la nueva experiencia que estaban viviendo, de haber ingresado a la escuela, y alguno agradecidos y emocionados de estar en la nieve”.

Los recuerda siempre sonriendo, diciendo tallas entre ellos, celebrando a quien estuviera de cumpleaños, hacían competencias de cantos entre compañías, las que votaban con aplausos o pifias.

“Los últimos días que compartieron todas las compañías que estaban en el refugio Los Barros fueron felices, no creo que lo hayan pasado mal, yo andaba las 24 horas del día con ellos, y escuchaba tallas por allá, por acá, y los veía siempre alegres. Yo pienso que la madre naturaleza hace las cosas cuando quiere y no hay nada que lo impida. Nosotros nos podemos preparar para muchas cosas, pero la naturaleza nos prueba cada vez que quiere”, narró.

Álvarez era padre de uno de los sobrevivientes de la tragedia quien dos años después perdió a su hijo en un accidente, por lo que cuenta que sintió la misma desesperación y dolor de quienes perdieron a sus hijos ese día, expresando que “a aquellos que perdieron un hijo igual como yo, les diría que tengan conformidad, mucha fe y que piensen que así como el dueño de casa corta en su jardín una florcita para poner en el florerito de mesa, el caballero de arriba, que es el Todopoderoso, cuando quiere arreglar o cambiar las flores, baja a este jardín y busca las flores que somos nosotros, las más bonitas, perfumadas y las que a él más le sirven. Así que tanto estas familias como yo tenemos que estar, en ese sentido, un poco contento de que Dios tiene a uno de los nuestros con él”.

Belarmino Álvarez concluyó enviándoles un mensajes a las familias: “Solamente quiero decirles a las familias que perdieron a sus hijos que se queden con un bonito recuerdo, y que si en algún momento ellos desean volver a ver estas imágenes, ver a sus hijos vestidos de militar, corriendo, sonriendo, haciendo instrucciones, a lo mejor con entrevistas sus últimos días con vida, yo encantado les hago un compacto para entregárselos. Para mí ha sido muy importante y tranquilizador, veo las imágenes de mi hijo y me ayuda a salir adelante, recordarlo y verlo feliz”.