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"Yo no pensaba llegar tan lejos", confiesa con una mezcla de timidez y orgullo. Sin embargo, es el único estudiante local que clasificó a la etapa nacional.
Matías estudia en el Colegio Padre Hurtado, donde apenas el año pasado descubrió, casi por casualidad, que la química podía ser más que una asignatura complicada. Todo se aceleró cuando su profesora, Noelia Soto, vio en él un talento que él mismo no tenía tan claro.
"Ella vio algo en mí que yo no había visto", recuerda. Desde entonces, su relación con la química pasó de ser curiosidad escolar a convertirse en una posibilidad real de futuro y proyección dentro del área.
Aunque la química llegó hace poco, las ciencias siempre estuvieron rondando la vida de Matías. Su papá, César Cid, lo describe como inquieto, observador y con esa costumbre de preguntar desde niño el "por qué" hasta agotar a cualquiera. "Matías siempre fue muy detallista. Si algo le llamaba la atención, quería entender cómo funcionaba, qué contenía, cómo se procesaba".
Esa curiosidad constante lo acompañó desde pequeño, al igual que su facilidad para los números. "Siempre ha sido una máquina para las matemáticas", bromea su papá. Tanto así, que durante toda su enseñanza básica mantuvo promedios sobresalientes y un historial escolar impecable: promedio 7 en octavo, primero medio y segundo medio.
Matías inició sus estudios en el Colegio Los Ángeles y continuó con su enseñanza media en el Colegio Padre Hurtado de Los Ángeles, donde ha potenciado su talento en ciencias y matemáticas. Hoy se prepara para representar a su ciudad en la Olimpiada Chilena de Química.
Según relata Matías Cid, su camino hacia la Olimpiada Chilena de Química no fue fácil, pero tampoco imposible. Primero superó una prueba local en modalidad online, enfrentándose a todos los participantes de Los Ángeles, y luego avanzó a la etapa regional, realizada en el campus local de la Universidad de Concepción.
Esta última fase incluyó ejercicios teóricos, cálculos y también experimentos prácticos con probetas y mezclas. "Ahí ya fue más difícil. Sentí que no estaba tan preparado, pero resultó mejor de lo que pensé", admite. Una hora y media le bastó para pasar el corte y transformarse oficialmente en finalista.
Desde entonces, las tardes de taller de química y reforzamiento se hicieron rutina de cara a la instancia de este sábado. Preparaciones, ejercicios, simulaciones de posibles preguntas. Todo con un objetivo claro: llegar lo más tranquilo posible a la instancia decisiva. "Cuando me pongo nervioso, me va peor", dice riéndose.
Para César, su padre, verlo vestido con su delantal, probando experimentos en la universidad y avanzando en etapas que nunca imaginaron, es una emoción difícil de describir. "No hay palabras para decir lo orgulloso que estoy de él (...) hoy representa al colegio y a la ciudad".
Matías lo escucha en silencio, con una sonrisa tímida. Le cuesta dimensionar lo que ha logrado. Pero sabe que no llegó ahí por casualidad.
Cuando no está estudiando química, Matías se refugia en lo que más le relaja: el arte. Además, le encanta cocinar —especialmente dulces—, pintar y hacer manualidades. "Es lo que me despeja la mente", dice. Su papá agrega que también es sociable, cariñoso y buen compañero: de hecho, obtuvo ese reconocimiento dos años seguidos.
De los deportes, no tanto. Una mala experiencia de niño lo alejó para siempre de las disciplinas de contacto. Pero fuera de eso, disfruta salir, caminar, pasar tiempo con su hermano y recorrer el centro de la ciudad.
Previo al Nacional, Matías dice que ganar sería maravilloso, pero que para él el logro ya está cumplido: "Haber llegado hasta acá ya es suficiente. Yo no me veía en esta instancia".
A pesar de su tranquilidad ante una fase nacional, sabe que este es apenas el comienzo de un camino que podría llevarlo a una carrera científica. "Me gustaría que la gente conociera la persona que soy, que siempre busco mis metas y que trato de conseguirlas dando lo mejor de mí", afirma.
Este sábado, cuando entre a la Universidad de Concepción representando a Los Ángeles, no irá solo. Irá acompañado de su orgullosa familia, de la confianza de su profesora, y de una ciudad que cuenta con un talentoso estudiante
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