Día Internacional de las Mujeres Rurales

Las mujeres rurales representan el 55,3% de los usuarios apoyados por el Instituto de Desarrollo Agropecuario en la región del Biobío, lo que equivale a 6.712 agricultoras que reciben asesoría técnica. Esta cifra no es un dato administrativo, sino la expresión de un rol económico y ambiental central que la zona necesita potenciar para enfrentar los desafíos actuales.

El trabajo de estas mujeres abarca desde el cultivo de hortalizas hasta la producción de miel, la elaboración de agroprocesados y la confección de artesanías. Participan en programas como el Programa de Desarrollo Local y el Programa de Desarrollo Territorial Indígena, donde representan el 59% y el 51% de los beneficiarios, respectivamente. Sin embargo, su aporte permanece frecuentemente invisibilizado.

Históricamente, las mujeres rurales han enfrentado acceso insuficiente a financiamiento y participación restringida en espacios de toma de decisiones. A nivel continental, apenas el 30% tiene acceso a alguna forma de posesión de la tierra, al tiempo que experimentan jornadas dobles de trabajo entre labores productivas y tareas domésticas no remuneradas.

Las mujeres rurales actúan como guardianas de la biodiversidad y el patrimonio agroalimentario. Su labor es esencial en los sistemas alimentarios y abarca desde la producción de cultivos hasta el procesamiento, la preparación y la distribución de alimentos. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que si las productoras agrícolas tuvieran el mismo acceso que los hombres a insumos, sería posible alimentar a 150 millones de personas más en el mundo.

La región del Biobío ya implementa iniciativas concretas. El Programa Mujeres Rurales brinda apoyo integral a más de 300 productoras anualmente durante un proceso de acompañamiento de tres años, con el objetivo de potenciar emprendimientos e inserción en el mercado. Del mismo modo, las Escuelas de Lideresas han capacitado a cerca de 100 mujeres en los últimos dos años en habilidades de liderazgo, inteligencia emocional y toma de decisiones. Ambas convocatorias surgen desde la puesta en valor de su rol para la seguridad alimentaria y de la necesidad de establecer condiciones para su autonomía económica.

Distintas organizaciones de alcance mundial plantean como desafío reconocer explícitamente a la mujer rural como sujeto central de la estrategia de sostenibilidad alimentaria. Esto implica asignar recursos financieros y técnicos destinados a garantizar acceso equitativo a tierras, crédito y mercados. Implica también reconocer su conocimiento como activo productivo valioso, no como complemento de políticas diseñadas para otros actores.

La aprobación del Decenio Interamericano por los Derechos de las Mujeres Rurales 2024-2034 establece un marco temporal para esta transformación y para institucionalizar la igualdad en el diseño de toda política agrícola regional. En esta transición agrícola inevitable, sus liderazgos se vuelven fundamentales.