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Transparencia electoral: Venezuela vs Chile

por La Tribuna

Elecciones / Archivo La Tribuna

Las recientes elecciones presidenciales en Venezuela han sido objeto de controversia, con acusaciones de irregularidades y una falta de transparencia que han dejado a la comunidad internacional y a los propios venezolanos cuestionando la legitimidad de los resultados y exigiendo evidencias sobre el correcto conteo de votos.

Nicolás Maduro fue declarado ganador por el Consejo Nacional Electoral (CNE), organismo cooptado por la dictadura chavista, mientras que Edmundo González, el candidato de la oposición, asegura ser el legítimo ganador, a partir de sus propios conteos de votos. Al cabo, en ese país está enquistada una profunda crisis de confianza en las instituciones del país que subraya una realidad preocupante: cuando un proceso electoral no es transparente y justo, la democracia misma está bajo amenaza.

En contraste, Chile ha demostrado, una y otra vez desde 1988 en adelante, la fortaleza de su sistema electoral. Desde la transición democrática con el histórico plebiscito de octubre de ese año, el país ha mantenido un historial impecable en cuanto a la organización y realización de elecciones. El sistema de conteo de votos es reconocido por su transparencia, seguridad y precisión que permite, recién un par de horas de cerradas las mesas receptoras de sufragios, conocer al o los ganadores. Estos elementos no solo garantizan que cada voto se cuente de manera justa, sino que también refuerzan la confianza de la ciudadanía en el proceso democrático.

En Chile, además, existe una cultura de respeto por las normas democráticas, lo que ha creado un ambiente en el que el fraude es prácticamente inexistente. Este punto es especialmente relevante considerando la cercanía de las elecciones regionales y comunales, previstas para fines de octubre. En ellas, los ciudadanos tendrán la responsabilidad de elegir a sus representantes locales, un aspecto crucial para el funcionamiento efectivo de la democracia.

Las lecciones de Venezuela resaltan la importancia de mantener y proteger la integridad de los procesos electorales. Cuando se manipulan los resultados o se excluye a candidatos de la oposición, se desvirtúa la voluntad popular, erosionando la legitimidad del gobierno y generando inestabilidad. En cambio, un proceso transparente y justo, como el que caracteriza a Chile, no solo garantiza la representación fiel de la voluntad de los votantes, sino que también fortalece la democracia y el estado de derecho.

En este contexto, es esencial que la ciudadanía concurra a las urnas con un sentido de responsabilidad cívica, informándose adecuadamente sobre los candidatos y propuestas. Como se editorializó en días anteriores, la participación informada es clave para asegurar que los elegidos reflejen verdaderamente los intereses y aspiraciones de la población, y no ser simples votantes que emiten su preferencia sin un ejercicio mayor de responsabilidad cívica. La democracia se nutre del compromiso activo de sus ciudadanos, y cada voto cuenta para construir un mejor país.

Mientras Venezuela enfrenta las consecuencias de un proceso electoral opaco, Chile debe seguir siendo un ejemplo de cómo la transparencia y la integridad en las elecciones son pilares fundamentales para una democracia saludable y robusta. La confianza en el sistema electoral no solo fortalece las instituciones, sino que también fomenta un mayor compromiso ciudadano con el proceso democrático.

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