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La Tribuna

El hincha iberiano

por Juvenal Rivera S.

Iberia está viviendo días extremadamente complejos, quizás los más difíciles en su historia. Este sábado juega en el estadio municipal de Los Ángeles contra Deportes Limache, el líder de la Segunda División del Fútbol Profesional. Sin embargo, aunque desde las 19,30 horas la atención estará concentrada en lo que suceda en la cancha, lo realmente importante girará en torno a las desesperadas gestiones para buscar un socio (o socios) que sean capaces de dar un respiro económico al club azulgrana.

Paradojalmente, los resultados en la cancha de Iberia son positivos. Fue posible articular un plantel que perfectamente puede mantener la categoría e, incluso, con un poco de fortuna, podría disputar el esquivo cupo para el ascenso en la parte alta de la tabla de posiciones. Aunque suma dos derrotas en sus salidas afuera, la azulgrana ha sido un hueso duro de roer para sus rivales, y solo ha claudicado en los últimos minutos del partido. De local, es un equipo que se ha impuesto con claridad y contundencia.

Es sabida la historia que cuando el actual timonel del conjunto angelino, Andrés Silva, se embarcó en la sociedad anónima deportiva, era porque tenía la certeza que tendría un socio que le otorgaría un piso financiero para sostener a la azulgrana. Sin embargo, aquel financista se esfumó a último momento de la operación, dejando a Silva que continuara su aventura en solitario, haciéndose cargo de un plantel y cuerpo técnico. Desde aquel día, se ha iniciado una frenética búsqueda de un empresario o socio que esté dispuesto a invertir en Deportes Iberia con la esperanza que pueda reeditar al cabo de un tiempo.

No es fácil. Las cifras que se necesitan son abultadas. Las posibilidades de tener un retorno  esa inversión son totalmente inciertas. Solo un ascenso de categoría permitiría contar con cantidad de recursos gracias a los dineros aportados las transmisiones televisivas.

Al cabo, lo ocurrido una nueva demostración de cómo el fútbol ha devenido en un negocio (empujado por lo que fue la instauración de las sociedades anónimas deportivas) y que, por lo mismo, está sujeto a los vaivenes de cualquier actividad comercial.

Durante sus más de 50 años en la zona, Iberia ha sabido más de penas, sinsabores y zozobras que de grandes éxitos deportivos. Apenas suma par de campeonatos (con el del ascenso a la primera B en 2014) y uno que otro resultado para la historia (la goleada a Colo Colo por la Copa Chile). La vitrina de trofeos es escasa.

No debe perderse nunca de vista que el futbol es, antes todo, un deporte que congrega a jugadores y espectadores. Y los hinchas son parte fundamental de esta actividad porque son los que alientan en el estadio, son los que escuchan las transmisiones en la radio, son los que comentan el devenir del equipo durante la semana.

Debido a las actuales condiciones del deporte, por la irrupción de las sociedades anónimas, el hincha ha quedado relegado a un rol absolutamente secundario, como un objeto más dentro del decorado del fútbol y no como una parte sustantiva del mismo.

Pese a ese escenario, los hinchas de Iberia, que podrán ser unos cuantos miles (quizás más o quizás menos) se merecen que el club siga en la categoría. Si no aparece un socio financistas, deberán surgir decenas de aportantes a nivel local o, en su defecto, buscarse alguna figura legal que le dé viabilidad al equipo, a la espera que soplen vientos más favorables. De verdad que Iberia no debiera estar pasando por estos momentos tan difíciles, no solo por el club, sino por su hinchada, porque representa también a nuestra ciudad.

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