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La Tribuna

Cautela

por La Tribuna

Cerca de la medianoche del sábado, la localidad de Rucalhue, en la comuna de Quilaco, se remeció por las informaciones sobre el incendio que destruía por completo la añosa unidad de Carabineros.

Aunque esos primeros reportes apuntaban a que se trataría de un ataque perpetrado por desconocidos amparados en la oscuridad, con el despuntar de la mañana del día siguiente de morigeraron los comentarios y apreciaciones para dar paso a la una profunda cautela.

Si en un principio se afirmó que hubo uso de artefactos explosivos caseros, después se indicó que todo debía estar sujeto a la investigación que deberían realizar los organismos especializados.

Hay que tener presente que la provincia de Biobío se encuentra bajo estado de excepción debido a los episodios de violencia en la macro zona sur y que fue precisamente la localidad de Quilaco la que vivió uno de esos incidentes hace algunos meses, con la destrucción de maquinaria que estaba encargada de levantar un camino.

Sin embargo, las palabras del delegado presidencial regional (s) Ignacio Fica parecen desvirtuar un posible atentado, considerando que catalogar un hecho de esa gravedad sería muy apresurado. A esas declaraciones de cautela, le sumó un antecedente: las primeras pericias del Laboratorio de Carabineros (Labocar) indican que no hay intervención ni presencia de acelerantes. Es decir, no se empleó bencina o parafina para originar las llamas que acabaron por completo el retén de Rucalhue.

Incluso, anunció que se hará una revisión al sistema eléctrico del retén, dejando entrever así que por ahí pudiese estar el origen de las llamas que causaron semejante destrucción en la unidad de material ligero.

Es importante que se esclarezca bien lo sucedido en el retén  de Rucalhue. Si se confirma la acción de terceros, ciertamente que se trataría de un hecho de la más extrema gravedad que solo puede compararse al asalto al retén Los Queñes (Región del Maule), en octubre de 1988.

Sin embargo, los antecedentes apuntan a que la causa del hecho sería distinta y que no sería atribuible a un episodio de violencia. Por lo mismo, es fundamental que los resultados de la indagación se hagan públicos con el fin de precisar exactamente qué sucedió en la noche del primer día del año.

Lo ocurrido también debe ser un llamado de atención para quienes sacar conclusiones apresuradas. Aunque nada se puede descartar a priori, solo una indagación rigurosa puede arrojar luces sobre la verdadera manera en que suceden los hechos. Las percepciones antojadizas que solo confunde, deben dar paso la evidencia científica que despejará las dudas y conducirá hacia el camino de las certezas.

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