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La Tribuna

El paciente de Laja

por Juvenal Rivera Sanhueza

¿Fue exagerado lo hecho por el vecino de Laja? ¿Fue alaraco? La evidencia confirma que todo lo que hizo fue correcto porque confinó la enfermedad solamente en él y en nadie más. Fue responsable con él y con su entorno.

Seguramente lo deben haber tildado de exagerado, de alaraco, que - como se dice en buen chileno - le estaba poniendo mucho color. Pero si hay un gran mérito que tuvo ese hombre de 38 años, domiciliado en Laja, que fue el primer caso confirmado de coronavirus en la provincia de Biobío y en la región, es habérselo tomado muy en serio desde un principio y aplicar las medidas de resguardo, no para él, sino que en función de su entorno más cercano. De hecho, a estas alturas debiera estar terminando la cuarentena y pronto podría volver a sus actividades normales con una gran tranquilidad de por medio: no contagió a nadie de su entorno más cercano. Ni a su mujer ni a sus hijos. La enfermedad se manifestó en él y en nadie más, pese a ser tremendamente contagiosa. ¿Cómo sucedió? Porque se lo tomó en serio desde un primer momento, a riesgo de ser catalogado de exagerado. Porque, hasta donde se sabe, él y su mujer viajaron a España gracias al premio otorgado por una marca de cervezas, que consistía en presenciar un partido de fútbol entre el Real Madrid y el Barcelona en el mítico estadio Santiago Bernabéu. Una experiencia única para cualquier viajero. A su arribo a Laja, en los primeros días de marzo, el hombre empezó con algunas complicaciones de salud. Podría haberlo tomado como un resfriado más pero, sabedor que el coronavirus avanzaba raudo por Europa, tomó varios resguardos. Asimismo, se instruyó y leyó con atención la información disponible hasta ese momento sobre las formas de contagio y la manera de prevenirlo. De ahí que esta persona - por decisión propia- empezó a usar una mascarilla y se aíslo dentro de su propia casa. Desde que empezó con los síntomas, evitó todo tipo de contacto con el resto de su familia. Incluso, cuando su salud se resintió aún más, tomó la decisión de acudir al hospital, pero siempre llevando una mascarilla a la hora de ser atendido por el personal de salud. Después de permanecer un par de días internado en el recinto asistencial de Los Angeles, fue dado de alta y enviado a su hogar en Laja. Ese mismo día, las autoridades regionales y provinciales comunicaban que la provincia de Biobío tenía el primer caso confirmado de coronavirus: era justamente la misma persona en comento. Inmediatamente, se tomaron los exámenes al resto de la familia. También a todos quienes estuvieron en contacto con él durante su arribo a Laja desde Santiago, luego de volar proveniente de España. Nadie se ha contagiado. Esto marca una enorme diferencia de otros casos descritos por la prensa internacional, como la paciente 31 de Corea del Sur - denominada la súpercontagiadora- porque desestimó las aprensiones de los médicos y, pese a venir desde una zona de alto riesgo en China, concurrió a lugares de altísima afluencia de público. A ella se le considera responsable del 80% de los casos en ese país. O el de una mujer de Uruguay que, pese a provenir de Italia, no hizo la cuarentena y tuvo una agitadísima agenda social apenas llegó de Europa, que incluyó ver a su madre en un hogar de ancianos y asistir a un matrimonio con más de 500 invitados. Todo ese pueblo ahora está contagiado o bajo la sospecha de coronavirus. Entonces ¿fue exagerado lo hecho por el vecino de Laja? ¿Fue alaraco? La evidencia confirma que todo lo que hizo fue correcto porque confinó la enfermedad solamente en él y en nadie más. Fue responsable con él y con su entorno. Porque justamente ese tipo de actitud y disposición es lo que debe primar en la ciudadanía, en todos nosotros, ahora que el Gobierno anunció un conjunto de medidas para controlar la enfermedad que, hasta ayer, sumaba 75 casos confirmados. No basta con suspender las clases o normar el trabajo a distancia. Depende de todos y cada uno de nosotros que este mal no avance y eso lo podremos hacer si lo tomamos en serio, su damos cumplimiento cabal de las recomendaciones para así evitar el colapso de los servicios de urgencia y, de esta manera, atender a aquellos casos más graves. Lo del vecino de Laja es digno de aplauso y de ser exhibido como ejemplo, como una demostración que cuando hay compromiso y responsabilidad, se puede evitar un mal mucho mayor.

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