Una falta de respeto intolerable del gobierno cubano

El pasado lunes, la ex ministra de Educación e hija del fallecido ex presidente Patricio Aylwin, no pudo abordar un vuelo con destino a Cuba, lugar donde se realizaría precisamente un reconocimiento al líder de la transición a la democracia de nuestro país. La razón. Al llegar al counter del aeropuerto, le informaron que existía una prohibición de parte del gobierno cubano y que simplemente no podía viajar.

La ex secretaria de Estado, con todo el derecho de un país libre como este, sostuvo que la medida es propia de una dictadura incomprensible en el siglo XXI.

A escala diplomática esta es una verdadera crisis con el régimen castrista, debido a que entre ambos países existen relaciones diplomáticas, embajadas y conversaciones fluidas entre esta administración comunista y la chilena.

En tanto en Cuba, la presidenta de la Juventud Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, Rosa María Payá, además de dar todo su apoyo a Mariana Aylwin, le manifestó que en la ceremonia quedará su silla vacía hasta poder entregarle el premio Payá en sus manos en una Habana Libre.

Lo que está más claro es que en esta situación, tal como indicó el canciller (s), Edgardo Riveros, no se ha respetado un principio elemental de la democracia.

Este simple acto de desprecio a nuestro país, a nuestras autoridades y a nuestros ex presidentes merece una condena transversal. No existe justificación para lo que ocurrió y es una verdadera falta de respeto este comportamiento del presidente Raúl Castro.

Con esta acción, no sólo rechazó a la ex ministra sino que a un país que tiene en su coalición gobernante a un partido de su misma ideología.

¿Qué dirá el partido comunista? ¿Se alinearán todos en condenar esta actitud poco democrática y dictatorial o simplemente se dedicarán a justificar estas acciones?

Claramente, no puede existir una dictadura buena y una mala, ambas son violaciones a la democracia y al valor que esta tiene. Lo ocurrido es inaceptable y la Presidenta Michelle Bachelet debe golpear la mesa y actuar frente a esta humillación vivida por la hija de uno de los presidentes de la República más importantes de la historia, independiente del pensamiento ideológico que tenga cada ciudadano.