Hemos evolucionado poco

Cada día, tanto en los discursos de las autoridades como en nuestras propias conversaciones sociales, somos capaces de criticar duramente a quienes ejercen la discriminación, sin embargo, cuando se trata de aplicarla, muchos no actúan en consecuencia.

Si ya a nivel nacional, hay diferencias y muchos se rechazan por su pensamiento político, religioso, sexual o cultural, cuando se trata de aceptar a los extranjeros que llegan a Chile, este problema se acrecienta.

Cuando se acercan las celebraciones patrias, es común escuchar en las radios la famosa canción de Chito Faró “Si vas para Chile”, escrita en 1942, que dice en una de sus estrofas “y verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero”. Ahora, debemos ser lo suficientemente honestos para conocer que esto se aplica con mucha facilidad cuando esa visita proviene de Europa o Estados Unidos, cuando son personas rubias, altas y con ojos de color, sin embargo, si el inmigrante es latinoamericano, africano o asiático o tiene un color de piel oscura, no sentimos superiores y simplemente actuamos en una forma poco integradora.

Hay que señalar que en la actualidad, la tasa de inmigrantes en nuestro país es de un 2,7, lo que se encuentra muy por debajo del promedio mundial de un 3,2. Cuando se compara este indicador con los países que pertenecen a la OCDE, la cifra es aún más impresionante, ya que este 2,7% debe compararse con un 12%.

Esta situación, probablemente, es la que nos lleva a comportarnos de esta manera o genera que personas actúen totalmente equivocadas como lo ocurrido en la farmacia Salcobrand de Providencia.

No estamos acostumbrados al extranjero, no tenemos esa cultura. Nos creemos un país desarrollado, pero carecemos de el comportamiento más puro de un ser racional que habita la tierra, ser humanos.

Los extranjeros, forman parte del mismo planeta en el cual nosotros habitamos y al igual que los nacionales, existen personas buenas, malas, trabajadoras, flojas, problemáticas o grandes líderes positivos. Nuestros prejuicios están revelando que la sociedad chilena, aquella que proyecta un estado unido y solidario, sólo forma parte de una imagen publicitaria, pero que en la práctica no existe.

Quienes han tenido la oportunidad de conocer a aquellos extranjeros haitianos, colombianos, peruanos o bolivianos, se habrá podido dar cuenta de los grandes valores y la humildad que muchos de ellos tienen.

Dediquémonos a aprender de los positivo de cada cultura. Integrémonos al mundo.

La apertura de las fronteras comerciales, han abierto las posibilidades de desarrollarse educacional, laboral y profesionalmente en otros países, donde esa absurda discriminación nos afectaría. ¿Te gustaría ver que un chileno es humillado por ser latino en un video grabado en Europa o EEUU?, por supuesto que no. Entonces, no permitamos que quienes aún no se actualizan a los tiempos que vivimos, se dediquen a afectar la integración, la cooperación y el bienestar de la convivencia con nuestros países vecinos.

No somos superiores.