Seremi de Economía por PIB de +3,8% de la región: "Necesitamos mayores tasas para crear los empleos necesarios"

La economía de la región del Biobío sumó avances durante el segundo trimestre de 2025, en tanto que su producto interno bruto (PIB) creció un 3,8% durante el periodo, lo que supera ampliamente el promedio nacional de 3,1%. No obstante, la región mantiene la quinta tasa de desempleo más alta del país, con un 9,1%, y enfrenta una preocupante caída acumulada anual del 10% en sus exportaciones.

En entrevista con La Tribuna, el seremi de Economía, Fomento y Turismo, Javier Sepúlveda, analizó la situación y señaló que el crecimiento económico no está beneficiando equitativamente a todos los sectores. "La región y el país crecen, pero ¿quiénes se benefician más? Aún tenemos pendiente hacernos cargo de las grandes desigualdades económicas", evaluó la autoridad.

El contexto sigue siendo complejo. La región arrastra un déficit de 24.000 empleos para volver a los niveles prepandemia, mientras los sectores tradicionales, como el forestal, enfrentan el cierre de aserraderos y la industria del acero vive las consecuencias del fin de las operaciones de la Compañía Siderúrgica Huachipato.

Pese a este escenario, Sepúlveda detalló que el impacto económico en el desempleo y el PIB ha sido contenido mediante las políticas implementadas por el Gobierno. En ese marco, mencionó que el Plan de Fortalecimiento Industrial, que a través de una inversión cercana a los $4.500 millones ha logrado, entre otros hitos, que cerca del 75% de los trabajadores de las empresas contratistas de Huachipato mantenga su empleo y que la tasa de desocupación alcance 9,1%, por debajo del 12% proyectado.

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¿Cuáles son los factores que explican este crecimiento de 3,8% en el PIB regional?

—La región del Biobío es altamente industrializada y muy diversificada. A diferencia del resto del país, donde la industria manufacturera representa cerca del 9%, en nuestra región alcanza aproximadamente el 20%. Esta diversificación abarca sectores como el forestal, pesquero, energético y petroquímico, lo que nos otorga una economía más resiliente ante contingencias. Paralelamente, desde marzo de 2022 implementamos un amplio plan procrecimiento que incluye la aceleración de inversiones públicas y privadas, y el fortalecimiento de las mipymes. La suma de estos factores ha permitido que las más de 100.000 empresas de la región tengan un desempeño superior al de otros territorios.

Sin embargo, la región mantiene un déficit de 24.000 empleos. ¿Por qué este crecimiento no se traduce en más puestos de trabajo?

—Si el crecimiento de la región no fuera casi el doble del promedio nacional, la tasa de desocupación sería más alta. Desafíos recientes nos han impedido bajar la tasa al nivel histórico, de 8%. Dicho esto, las personas que hoy están ocupadas tienen un poder adquisitivo más alto, con salarios reales que han aumentado en torno al 20% en los últimos tres años. Pero esto no nos complace, porque persisten muchas necesidades. La pregunta clave es: ¿hacia dónde está yendo la mayor riqueza que la región está creando? Los conglomerados concentran la riqueza creada en nuestros territorios, mientras nuestras familias, trabajadores y pymes permanecen en una situación de dependencia económica.

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Las exportaciones acumulan una baja cercana al 10% en el año. ¿Cómo se concilia el dinamismo del PIB con esta contracción del sector exportador?

—Las exportaciones en la región han disminuido cerca de un 10% este año, pero esto ha sido compensado por la demanda interna, por lo que no se ha generado un impacto negativo en el crecimiento del PIB. La caída se debe a factores como la drástica disminución de las exportaciones de acero y las complejidades del sector forestal, sumado a factores externos como la situación en Rusia y Ucrania. Además, la región del Biobío no solo exporta sus propios productos; somos una plataforma exportadora para una macrozona que va desde Talca hasta Puerto Montt. Mucho de lo que se produce en ese territorio sale por nuestros puertos, lo que genera un dinamismo en servicios que no se refleja en las cifras de exportaciones regionales.

El Plan de Fortalecimiento Industrial lleva un año. ¿Qué impacto concreto ha tenido en la economía regional?

—Desde una perspectiva cualitativa, el plan ha generado un ambiente empresarial que antes no existía. Los principales gremios productivos, como la Cámara de la Producción y del Comercio (CPC) Biobío, el Instituto Regional de Administración de Empresas (Irade) o la Sociedad Agrícola de Bio Bío (Socabio) ahora son parte de este plan y están muy comprometidos. Esta convergencia entre sector público, privado y sindicatos es un activo intangible que no existía antes y que no se ve en otras partes del país.

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Existen oportunidades en el hidrógeno verde y los servicios tecnológicos. ¿Cuál es la visión para transformar la matriz productiva de la región en la próxima década?

—Como ministerio, hemos creado el Programa de Desarrollo Productivo Sostenible, que utiliza recursos de las rentas del litio para canalizarlos a iniciativas de inversión con una mirada de futuro y crecimiento verde. Este programa tiene tres grandes objetivos: transitar hacia la carbono neutralidad, fomentar la resiliencia ante la crisis climática, y lograr la sofisticación y diversificación productiva para producir nuevos bienes y servicios intensivos en conocimiento. Hemos financiado más de 90 iniciativas en la región con montos que superan los $15.000 millones, en proyectos conjuntos entre empresas y universidades. Creemos que es posible seguir creciendo de una manera compatible con una justa distribución de la riqueza y el cuidado del medio ambiente.