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La Tribuna

Viñatero repunta producción de Malbec a nivel mundial con uvas del valle del Biobío

por Glenda V. Ahumada Gutiérrez

Dado el apoyo que entrega la Mesa Regional del Vino en Biobío, la producción del bebestible ha impulsado la economía local a través de parras ancestrales autóctonas de la zona.

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Hace pocos meses se constituyó una Mesa Regional del Vino, para apoyar la industria de viñedos en el Biobío. En este contexto, Gonzalo Vallejos, coordinador del Programa de Desarrollo Local de San Rosendo, se refirió a las particularidades que tienen las viñas del valle del Biobío.

Es importante reconocer que la cepa Malbec se redescubrió en 2011, lo que logró un realce económico para todos los viñateros del sector, ya que este tipo de uva se usaba para mezclar con otras cepas. Entonces, una vez que se obtiene la cepa pura, se consiguió un muy buen vino, conocido a nivel mundial, lo que posiciona a nuestro país en un lugar privilegiado en cuanto a la producción de vino, explicó.

Junto con ello, manifestó que los agricultores que no participan de Prodesal igualmente han logrado mucho desde el 2011, ya que no es solo a nivel país, sino que hay algunos vinos elaborados en la zona que se exportan a Reino Unido.

SAN ROSENDO: PARRAS MÁS ANTIGUAS DE SUDAMÉRICA

Héctor Espinoza Espinoza, de 70 años, oriundo de Quebrada de Peñaflor, en San Rosendo, se dedica hace cinco años a la producción de vinos de las cepas Malbec, País y Moscatel, en viñedos instalados hace más de 150 años.

La viña Tierra Firme, donde trabaja Héctor, es parte de una asociación familiar, registrada como marca en el año 2015.

Según el viñatero, expertos comprobaron que las parras de Malbec instaladas en San Rosendo eran las más antiguas de Sudamérica, y los argentinos, que son conocidos mundialmente por la producción de la cepa Malbec, cuando supieron que aquí estaba la plantación más ancestral, viajaron y redescubrieron la especie y la explotaron mucho mejor que las viñas chilenas.

Anteriormente, la uva se conocía como burdeo y se usaba solamente para mezclar en la producción de vino de la cepa País, pero con la ayuda de un enólogo que recibió la materia prima él elaboró un vino de la cepa Malbec, con uvas que le dimos nosotros de San Rosendo, que se vendió, en esos años a diez mil pesos, con un año de guarda, y la verdad fue un éxito, declaró Héctor.

Las primeras ventas se realizaron a la vitivinícola Ventisquero, después vendieron a la viña Santa Carolina, en un principio solo Malbec, y luego comenzaron con Cabernet, País y Moscatel, por lo que la venta de uva de cepa Malbec le dio un impulso al negocio de abastecer a los elaboradores de vino con uvas cultivadas en la zona.

VINO ESTRELLA

En los últimos años, a Santa Carolina le exigieron comprar uvas con denominación de origen, por lo que ya embotellan sus propios vinos.

El Malbec es nuestro vino estrella y actualmente estamos probando una mezcla que gustó mucho. También hacemos de las otras cepas como Moscatel de Italia y pipeño, pero a nivel local, nos gustaría expandir el negocio, considerando que somos productores pequeños de vino, señaló don Héctor.

Nosotros no podemos competir con los grandes productores, pero sí convivir, señaló el agricultor, dado que las grandes empresas son las que ponen el valor de la fruta fresca.

Por la pandemia, la gente no compró mucho el pipeño, y según Héctor, recién este año se atrevió a vender uva nuevamente, dado que el año pasado se quedó con el vino y tuvo que venderlo a muy bajo precio.

En ese sentido, declaró estar en desventaja respecto a las grandes industrias vitivinícolas, pero fue el empujón para ampliar el rubro y desarrollar mejor el negocio de la venta de vinos.

En conversación con diario La Tribuna, Héctor Espinoza declaró que si no fuera por el Malbec, el negocio no sobreviviría, porque da cosa dejar estas plantaciones más antiguas del país, con uva chilena.

Lo lógico sería trabajar en conjunto, pero cuesta ponerse de acuerdo, ya que hubo un tiempo para formar un comité y armar una cooperativa, pero había muchos con rubros distintos y al final no quedó en nada, señaló don Héctor.

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