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La Tribuna

El adiós a los personajes con oficios tradicionales en la plaza de armas de Los Ángeles

por Juvenal Rivera Sanhueza

Con el reciente fallecimiento del lustrabotas Pedro Acuña Sandoval, se está diciendo adiós a las actividades más comunes en nuestro paseo cívico, de la cual solo quedan dos exponentes.

10-1, lustrabotas /

Uno a uno, los personajes que han sido parte de la vida y la historia de la plaza de armas de Los Ángeles han ido falleciendo.

Antes era habitual encontrar a lustrabotas, fotógrafos (con cámaras de minuteros o las Polaroid después), vendedores de algodón de dulce y palomitas, o a señores que ofertaban coloridos globos o volantines en la época primaveral.

Sin embargo, el inevitable paso del tiempo los ha reducido a un puñado muy exiguo de personas que continúan terminaron con la actividad que, por cierto, es reflejo una época en la ciudad que definitivamente es parte de nuestros recuerdos.

El caso más reciente fue el de Pedro Acuña Sandoval (68), uno de los últimos lustrabotas que desempeñaba su oficio de lunes a sábado, de 8 a 12 horas.

Fueron más de 40 años en que se dedicó a esta actividad, siendo reconocido por sus propios colegas, dos de los cuales aún quedan desempeñando esta actividad.

El funeral de este hincha de Colo Colo y Deportes Iberia fue este martes. En el lugar que fue su espacio de trabajo por décadas, donde atendía a sus clientes y guardaba sus escobillas y pastas, su familia dejó una foto y un ramo de flores a modo de postrero homenaje.

La publicación de su fallecimiento sumó decenas de expresiones de pesar y congoja entre quienes lo conocieron y recibieron sus atenciones.

PERSONAJES POPULARES

Su deceso se suma al de otros personajes emblemáticos de la plaza de armas ocurridos en el último par de años, los mismos que le dieron vida con oficios que marcaron una tradición de larga data pero que, debido a sus fallecimientos, ahora escriben un adiós quizás definitivo.

Ya en octubre de 2019, Carlos Fernández, el hombre que retomó el antiguo oficio de fotógrafo en la década pasada, falleció a consecuencia de sus múltiples enfermedades. Con su muerte se fue el último exponente de una actividad muy característica de las plazas de antaño.

Meses después, en mayo de 2020, dejó de existir Elisa Peralta Triviño, la señora que por más de 30 años se dedicó a vender dulces, bebidas y confites en pleno centro de la plaza de armas. Un cáncer detectado un año antes acabó con su vida, pese a lo cual se mantuvo casi hasta el final de sus días en su lugar de siempre, atendiendo a todo aquel que buscara un refresco o una golosina para pasar la mañana.

Salvo que fuera un día de lluvia o frío intenso, ella y su marido se trasladaban al centro desde la villa Génesis donde no solo atendían la urgencia de un bocadillo al pasar, sino que siempre se encargó de prodigar una sonrisa a sus clientes, especialmente a los niños.

En mayo del mismo 2020 el peso de los años y las enfermedades se llevaron a Pedro Aguilera Gutiérrez, el señor dedicado a la venta de palomitas de maíz en la plaza de armas por cerca de medio siglo.

A través un carrito especialmente adaptado para dicho propósito, comercializaba sus productos siempre recién elaborados,  además de desarrollar una veta gremial al ser un activo participante en el sindicato de palomeros de Los Ángeles.

Padre de seis hijos, dos de ellos - Carlos y Antonio - siguieron el mismo oficio, siendo ellos los continuadores de una tradición que se resiste a terminar.

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