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La fortaleza de Viviana Martínez a un mes de perder a su marido en el aluvión del norte

por Alejandra Sánchez

A poco más de un mes de la pérdida de su esposo, Viviana habló con La Tribuna sobre cómo ha llevado este difícil momento junto a sus tres hijas.

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La vida le dio un duro golpe a Viviana Martínez Placencia (35), quien el 25 de marzo pasado sufrió la pérdida de su marido, Fernando Ramírez, luego de que el hombre de 52 años, perdiera la vida en el aluvión que afectó al norte del país, mientras realizaba labores para Codelco a través de la empresa Agretrans El Loa, entre Chuquicamata y Potrerillos.

La viuda de Ramírez, relató lo vivido junto a su familia, tras enterarse de la desaparición de Fernando. “Tuve que vivir un infierno antes de enterarme que mi marido estaba muerto”.

Relató que hubo mucha desinformación de lo que pasaba. Al principio – indicó - no supieron darles una respuesta clara, dijeron que estaba bien en el refugio de Codelco en El Salvador.

“Mi marido tenía tres hijos de su primer matrimonio, los que siento como si fueran míos, ellos se hicieron cargo de ir a buscar a su papá al norte, y me informaban de lo que pasaba”. Viviana cuenta que ellos viajaron a buscar a su padre, el que supuestamente estaba en el refugio, pero se encontraron con que Fernando estaba desaparecido y no lo podían encontrar.

                      

Los angustiosos días de búsqueda

Los hijos mayores de Fernando se organizaron, y juntos iniciaron la búsqueda de su padre en el norte, llegando a lugares que no había acceso, realizando caminatas por varios kilómetros, en busca de alguna pista para poder dar con el paradero de su progenitor.

Mientras tanto, Viviana esperaba angustiada en su casa en la comuna de Laja, preparando a sus hijas para darles la terrible noticia de la desaparición. “Ese día sábado me llega un mensaje de mi hijo y me dice: mamá el papá no estaba en el refugio, lo único que encontramos fue el camión que estaba todo destrozado. En ese momento sentí que el mundo se me había acabado”.

Añadió que “acá yo estaba desesperada, me lo pasaba en la comisaria, no tenía respuesta ni sabía nada, todo el mundo me decía que no perdiera la fe, que Fernando tenía que estar por ahí y que lo iban a encontrar, que él iba a volver. Después del tercer día yo ya sabía que a mi hombre le había pasado algo”. Sus tres hijos dejaron los pies en el desierto buscándolo, fueron a reconocer muchos cuerpos para ver si encontraban a su papá y nada, “fue terrible”.

El apoyo y la dura tarea de darle la noticia a sus hijas

Mientras pasaban los días, la viuda buscaba la mejor forma de poder decirle a sus hijas lo que pasaba con su papá, principalmente a su hija del medio (7), quien no sabía absolutamente nada, “No me atrevía a contarle a mi hija del medio, a mi hija mayor le había comentado que el papá estaba perdido, no podía decirle a las niñas que existía la posibilidad que Fernando estuviera muerto”.

En esos momentos, Viviana recibió la ayuda de apoderados, profesores, alumnos y directivos del colegio José Abelardo Núñez de Laja, quienes fueron un pilar fundamental para ella y sus hijas en esos momentos, quienes la apoyan hasta hoy.

“El director me llevo al municipio a pedir ayuda psicológica, porque yo no me sentía preparada para tomar a mis hijas y decirle que el papá había muerto. La asistente social quedo de llamarme. Nunca lo hizo”.

Hasta que un día tuvo la fuerza suficiente, llamo a sus hijas, les prendió la televisión para que vieran las noticias de lo que estaba pasando en el norte del país, “yo le pregunte a mi hija del medio que le parecía lo que estaba pasando en el norte, terrible mamita me dijo, Diosito se ha ensañado con la tierra. Luego de eso, calmadamente le dije que teníamos que conversar, había algo que debía contarle, ella me miraba con su carita de preocupación preguntándome que pasaba”.

A lo que Viviana le respondió que no estaban pasando por un buen momento, y que ahora más que nunca debían estar juntas como familia, que tenía que ser fuerte y pedirle a Dios que le diera la fortaleza para sobrellevar lo que le contaría.

“Ha sido uno de los peores momentos de mi vida, y le dije hija el papá andaba trabajando cuando paso lo del norte, esa lluvia se llevó, el papá no va a llegar vivo. Mi hija se me desplomó, la mayor (13) escucho y tampoco sabía, y mi pequeña de tres años, miraba asustada sin saber que pasaba”, recordó.

Pese a lo que estaban enfrentando, la pequeña adopto una actitud muy madura, “me dijo que no llorara porque el papá estaba bien, estaba con el señor, que se lo había llevado para que trabajara en el cielo con su camión, que su papá ahora era un ángel”. 

Vivir el duelo

Durante los días de búsqueda y espera a que Fernando llegara a Laja, Viviana y sus hijas estuvieron muy acompañadas, y recibieron el apoyo de muchas personas, quienes las ayudaron hasta con los gastos del funeral de su marido.

Ahora, se encuentra sola afrontando el cómo sobrellevar y sacar adelante a una familia, cuando el proveedor y hombre de la casa no está. Teniendo que hacerse cargo además, de los trámites de defunción de su marido.

En ese sentido, Viviana contó que no bastaba con la muerte de su marido, si no que además, tuvo que pasar por una serie de trámites engorrosos, ya que Fernando ni siquiera tenía su certificado de defunción, por lo que tuvo que pasar más de 15 días tocando puertas y pidiendo alguna respuesta para que le entregaran dicho documento, esperando una explicación por tal equivocación. Además, acusó que ninguna de las empresas involucradas se han contactado con ella para hacer valer los seguros de su marido.

Con respecto a la situación actual por la que están pasando, Viviana Martínez, contó que “yo no me quede con nada, si usted me pregunta cuánto es lo que tengo en plata, son 10 mil pesos, y nada más, no he podido cobrar los seguros ni nada de eso, tampoco puedo trabajar ahora, porque me lo he pasado haciendo los trámites por la muerte de mi marido. Tengo que sustentar gastos, luz, agua, arriendo estoy sobreviviendo con la comida que me trajo la gente”.

Ya ha pasado un mes de la muerte de Fernando Ramírez, y para su viuda e hijas, tratar con esta repentina pérdida se ha transformado en una lucha diaria por salir adelante por ella y su familia.

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