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El camino que conecta desde las tranqueras hasta el cruce Tres Vientos aún no cuenta con pavimentación y ha dado lugar a que la gente lo tome como un basural.
La ruta está llena de piedras, hoyos, basura y con un aspecto que -como dicen los propios vecinos- "da vergüenza ajena".
Lo dice con impotencia, pero también con un tono de resignación que se nota en cada palabra, "no quiero ser muy agresivo, pero tampoco muy pasivo" ante la busqueda de soluciones concretas al problema que aqueja al sector.
El problema no es nuevo, pero con el paso del tiempo ha empeorado. El polvo en verano, el barro en invierno y la falta de luminarias hacen que desplazarse sea complicado e incluso peligroso para los residentes.
"Da vergüenza decir que uno vive para allá. Imagínese recibir una visita... Es denigrante", añade Andrés.
A pesar del deterioro, el camino sigue siendo utilizado por decenas de familias que lo necesitan para llegar al trabajo, a la escuela o simplemente para hacer sus compras. "Uno ya no pide tanto. Solo que asfalten, que iluminen, que se acuerden de nosotros", expresó.
Porque al final, más allá del polvo y las piedras, lo que molesta no es solo el mal estado del camino, sino la sensación de abandono. "Queremos que las autoridades se pongan la mano en el corazón".
Finalmente, concluye su dialogo con La Tribuna con una frase que resume todo: "A veces uno se siente invisible".
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