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Esta emotiva iniciativa buscó que niños con diversas afecciones de salud, que les impiden asistir regularmente a clases, no se perdieran la alegría y el aprendizaje de una de las celebraciones más importantes de Chile.
Los docentes, motivados y dinámicos, transformaron los domicilios en aulas de celebración, garantizando que los estudiantes no solo mantuvieran su conexión con la comunidad, sino que también continuaran con su desarrollo intelectual y emocional.
Esta particular modalidad educativa surge de una necesidad fundamental: muchos estudiantes en edad escolar presentan afectaciones de salud, ya sean de tipo fisiológico, neurológico, genético o incluso relacionadas con la salud mental, lo que les impide asistir a una educación regular. Para ellos, la interrupción de su trayectoria educativa es una preocupación constante.
Es en este contexto que la pedagogía hospitalaria se convierte en un pilar esencial, ofreciendo continuidad y apoyo a quienes más lo necesitan. La propuesta de llevar las Fiestas Patrias a sus casas nació del propio equipo de profesionales de la escuela, compuesto por profesores, psicopedagogos y una psicóloga, conscientes de que estos niños, niñas y adolescentes (NA), a menudo dependientes de oxígeno o postrados, carecen de oportunidades para participar en actividades comunitarias.
Durante estas especiales visitas, los profesores, vestidos con trajes típicos, implementaron actividades curricularmente diseñadas para la ocasión. Se trabajaron contenidos relacionados con las tradiciones y los símbolos patrios, incluyendo disertaciones, canto y baile de la cueca, nuestra danza nacional.
La acogida por parte de las familias fue notablemente cálida, con muchos padres esperando a los docentes con sus comidas típicas y también ataviados con vestimentas tradicionales de cualquier zona del país. Esta interacción no solo reforzó el aprendizaje, sino que también creó momentos de profunda conexión y alegría, demostrando que la educación puede adaptarse y florecer en cualquier entorno.
La importancia de estas visitas se ve reflejada en los conmovedores testimonios de las familias. Jéssica Ortiz, madre de Maximiliano Lavín Ortiz, un niño angelino de cinco años que padece encefalopatía hipóxico-isquémica secundaria, un cuadro anatomoclínico caracterizado por secuelas motoras y neuropsicológicas secundarias a la falta de oxígeno por cese de flujo sanguíneo cerebral, originado por un accidente ocurrido hace tres años, compartió su profunda gratitud por el trabajo de la escuela.
Jéssica enfatiza que la presencia de la escuelita domiciliaria es una "bendición" y un "pilar fundamental" para el desarrollo intelectual y motriz de los niños, permitiéndoles participar plenamente en celebraciones como el 18 de septiembre desde la seguridad de sus hogares.
La Escuela Hospitalaria Los Ángeles es parte de la Fundación Francisco Fabián Espinoza, una organización con más de 25 años de experiencia en la modalidad de pedagogía hospitalaria.
Originada en Temuco, la fundación ha expandido su alcance a las regiones de La Araucanía y del Biobío, incluyendo comunas como Santa Bárbara, Quilaco, Quilleco, Mulchén y Cabrero, para atender la creciente necesidad de estudiantes cuyas condiciones de salud les impiden asistir a establecimientos educativos regulares.
Su misión principal es asegurar que las trayectorias educativas de estos jóvenes no se vean interrumpidas, ofreciendo una educación compensatoria que se adapta a sus circunstancias individuales.
La institución cubre tres áreas de educación: estudiantes hospitalizados en el hospital de Los Ángeles, estudiantes que reciben clases en sus domicilios y aquellos cuya salud les permite asistir presencialmente solo dos días a la semana.
El equipo de la escuela, compuesto por docentes, psicopedagogos y una psicóloga, se caracteriza por su gran motivación, dinamismo y un enfoque lúdico en su metodología de trabajo, lo que les permite enfrentar los distintos contextos educativos con creatividad y eficacia. Este compromiso inquebrantable garantiza que cada niño, sin importar su condición, tenga acceso a una educación de calidad y a momentos de alegría y conexión.
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