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La Tribuna

"Era un hombre de mucha oración": Recuerdan a monseñor Adolfo Rodríguez en su camino a la beatificación

por Nicolás Maureira

El padre Tomás Riffo, presbítero de Laja, compartió su testimonio sobre el obispo que lideró la Diócesis de Los Ángeles entre 1988 y 1994, cuyo proceso de reconocimiento avanza en Roma.

Adolfo Rodríguez, ex obispo de Los Ángeles / Cedida

La beatificación del exobispo de la Diócesis de Santa María de Los Ángeles, monseñor Adolfo Rodríguez Vidal, alcanzó un nuevo hito con la apertura de las actas del proceso diocesano en el Dicasterio para las Causas de los Santos, en Roma.

Esta etapa, que consiste en la evaluación jurídica de los antecedentes recopilados localmente, marca un paso clave hacia la proclamación del obispo como beato de la Iglesia Católica.

Monseñor Rodríguez, quien encabezó la diócesis angelina entre 1988 y 1994, es recordado por su cercanía pastoral, espiritualidad profunda y carácter humilde. Su legado sigue vivo en la memoria de quienes lo conocieron.

Uno de los testimonios destacados es el del padre Tomás Riffo Riquelme, párroco de la parroquia Cristo Rey de Laja y actual decano del Decanato Costa, quien fue ordenado sacerdote el 27 de diciembre de 1991.

"Era una persona de mucha oración. Se daba el tiempo para compartir con nosotros, para escuchar y acompañar", señala Riffo en conversación con La Tribuna.

ORACIÓN Y MISERICORDIA

Nacido en España en 1920, Adolfo Rodríguez llegó a Chile en 1950 con el objetivo de impulsar la misión apostólica del Opus Dei. Aunque su camino pastoral no se desarrolló extensamente en parroquias antes del episcopado, como obispo se vinculó activamente con la vida diocesana.

"Tenía una prédica breve, de no más de diez minutos, pero muy centrada en Cristo, en la misericordia y la gracia de Dios", recuerda el sacerdote.

Tomás Riffo.

Padre Tomás Riffo / Cedida
Padre Tomás Riffo Cedida

Para Riffo, su liderazgo fue especialmente valioso en tiempos difíciles. Recuerda con claridad su actitud ante las negociaciones con el sindicato de la Fundación Juan XXIII, en las que el obispo mostró firmeza, serenidad y fe ante la presión.

"Vivía los momentos complejos con humildad, poniéndolos en manos de Dios, siempre con una actitud interior de paz", señala.

Tomás Riffo.

VIRTUDES Y MEMORIA

El reconocimiento como beato exige acreditar las llamadas "virtudes heroicas": fe, esperanza, caridad, justicia, entre otras. El padre Riffo no duda en afirmar que monseñor Rodríguez las vivió plenamente.

"Destaco su fe, su amor por la diócesis y su manera de celebrar los sacramentos. Pero también cómo se relacionaba con los sacerdotes: con cercanía, misericordia y respeto", puntualiza.

Tomás Riffo.

En su visión, el legado de Rodríguez no está en grandes gestos públicos, sino en una espiritualidad cotidiana, sobria y comprometida con el servicio.

¿QUÉ ES LA BEATIFICACIÓN?

La beatificación es un reconocimiento oficial de la Iglesia Católica que declara que una persona vivió virtudes cristianas de forma ejemplar y puede ser venerada públicamente en determinadas comunidades. Es el paso previo a la canonización, que reconoce la santidad de manera universal.

Según la teóloga María Loreto Cruz, licenciada en Ciencias Religiosas por la Pontificia Universidad Católica de Chile, la beatificación "proclama a la persona como siervo de Dios porque vivió heroicamente las virtudes que el Espíritu Santo le permitió cultivar como fruto de la gracia". La canonización, en cambio, "declara solemnemente que puede ser modelo de vida cristiana para toda la Iglesia".

El proceso se inicia en la diócesis donde vivió o falleció la persona, y continúa en Roma ante el Dicasterio para las Causas de los Santos.

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