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La Tribuna

Vida al aire libre y bienestar

por La Tribuna

Señora directora:

El verano

permite llevar a nuestros hijos a lugares en que pueden estar en contacto con

la naturaleza: playas, ríos y lagos, además surgen posibilidades de encuentros

al aire libre en zonas urbanas.

Todos

parecemos conocer de manera intuitiva y en la experiencia que este tipo de

prácticas contribuye al desarrollo de los niños. Pero ¿cuáles son los

beneficios demostrados? La terapeuta ocupacional Angela Hanscom, a quien se le

podría denominar como activista en juego al aire libre y que ha desarrollado

programas de inmersión en la naturaleza, ha estudiado e integrado sustento

teórico, describiendo múltiples beneficios de este tipo de experiencias.

Es necesario

tomar conciencia de que el contacto con la naturaleza es la experiencia

sensorial por excelencia, es única y excesivamente diversa, lo que permite al

niño fortalecer su desarrollo neurológico. Hanscom dice: Cuanto más restringimos

el movimiento de los niños y separamos a los niños de la naturaleza, más

desorganización sensorial vemos. Hay comprobación empírica de que el déficit

de contacto con la naturaleza no solo no potencia habilidades motoras,

sociales, emocionales y creativas, por nombrar las más características, sino

que trae desventajas o pérdida de funciones sensoriales. Por ejemplo, indica

que los problemas de equilibrio por alteraciones vestibulares son más comunes

en niños de hoy que en los de la década de los 80.

Como se

indicaba, los beneficios no son solo motores y físicos, sino también del área

socioemocional. Las habilidades sociales que se despliegan en la interacción al

aire libre con otros niños, la negociación, distribución de roles, empatía,

planificación del juego, respeto de turnos, etc., se dan directamente con los

otros, y no a través de una pantalla como podría ser a través de los juegos de

consola. Aquello se traduce en una experiencia de aprendizaje social que de

preferencia se da en un medio libre, donde cada uno se mantiene en el juego por

su propia y total voluntad hasta el momento que lo desee, y no está sujeto por

cuatro paredes, es decir, si deseo dejar de participar en un juego simplemente

organizo otro, pero no tengo que salir de la sala.

Por último,

la naturaleza en sí misma pareciera ser un estabilizador anímico, en que las

personas que se encuentran en un contacto mantenido presentan menores niveles

de cortisol, se muestran más calmadas y estables anímicamente. Y esto es

altamente importante considerando los bajos niveles de bienestar y problemas de

salud mental en Chile.

Patricia Liberona González

Psicóloga y académica Facultad de

Psicología

Universidad San Sebastián

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