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El director Ejecutivo de ChileBio, Miguel Ángel Sánchez, advirtió que las restricciones en el país a la producción de alimentos a través del uso de la biotecnología, podría provocar una disminución en la cantidad alimentos disponibles a la población.
A lo anterior se suma el hecho que el 50% de cultivos como maíz y trigo son importados en Chile, lo que arriesga la seguridad alimentaria nacional, afirmó el directivo.
Sobre esa base, Sánchez llamó impulsar el desarrollo de la innovación en biotecnología en Chile y terminar con barreras ideológicas y regulatorias al desarrollo de estas especies.
El vocero de ChileBio detalló que en el país se cuentan cerca de cinco millones de hectáreas de suelo cultivables, equivalentes al 6% de la superficie continental: "De ese total, sólo unas 764 mil hectáreas son territorios sin limitaciones, es decir, relativamente planos, profundos y sin pedregosidad", observó.
A juicio del dirigente, dicha superficie representa "una cifra bajísima, si nos comparamos con los demás países del continente, como Argentina, que sólo para producción de soya, destina más de 20 millones de hectáreas".
Por lo mismo, sostuvo que la cantidad de tierras disponibles en Chile para el cultivo "no es suficiente para producir la diversidad de alimentos vegetales necesarios para abastecer a los casi 20 millones de habitantes". Dicha característica es la razón, según el experto, por la que "el país importa casi el 50% de los requerimientos de cultivos como el maíz y trigo, para satisfacer el consumo humano y animal".
El director ejecutivo de ChileBio agregó que "existe una preocupante tendencia por parte de ciertas autoridades y grupos de interés de limitar los modelos y prácticas agrícolas, imponiendo restricciones sobre qué y cómo se produce". "Esto podría poner en riesgo la disponibilidad de alimentos y la seguridad alimentaria del país", alertó el representante de ChileBio.
Miguel Ángel Sánchez aseguró que "para avanzar hacia una agricultura más sostenible debemos aumentar las producciones locales de los distintos vegetales de la mano de la innovación". Lo anterior, añadió, "a través de impulsar avances viables para fortalecer la seguridad alimentaria, adaptarnos y mitigar el cambio climático y proteger la biodiversidad".
"Por ejemplo, a través de programas de mejoramiento genético vegetal, tanto públicos como privados, podemos avanzar en la obtención de variedades de cultivos con mayor rendimiento por hectárea y adaptadas al cambio climático", aventuró.
A su juicio, "estas variedades nos permitirán en el futuro producir más en menos tierra, con menos insumos".
El representante gremial enfatizó que sistemas como el planteado por él permitiría "reducir las pérdidas y desechos de alimentos, y garantizando el bienestar económico de los agricultores".
Argumentó que "la mayoría de los países de la región ya avanzan por esta vía, pero nuestras autoridades continúan desorientadas con relación a estas materias. Biotecnología, productos fitosanitarios, tecnologías de la información, ingeniería, entre otras, son fundamentales y el Estado debe ponerlas al alcance de los pequeños agricultores".
"El romanticismo de la agricultura de algunos grupos de interés no puede estar por sobre las necesidades de los agricultores, ni de la población", criticó respecto a la visión del Estado sobre este tipo de avances en Agricultura.
El director ejecutivo planteó como un "imperativo no limitarnos a las herramientas y tecnologías que tenemos a disposición para nuestros campos. No nos sigamos imponiendo barreras ideológicas y regulatorias al desarrollo y sostenibilidad de nuestra agricultura y a la protección de la biodiversidad".
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