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La Tribuna

Las mujeres orfebres que aún extraen belleza de la tierra

por Marcela Vidal

En esta localidad a 20 kilómetros de Yumbel, un grupo de emprendedoras practica la orfebrería que hoy es perfección que nace de sus manos.

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En la pequeña e histórica comunidad de Rere, que en mapudungún significa pájaro carpintero y donde años atrás nacía el oro, hoy brota entre manos de mujeres esforzadas, un bello y delicado arte: La orfebrería.

Esta labor antigua y artesanal, se basa en la creación de joyas y collares, anillos y otras piezas que son muy codiciadas por personas que buscan lucir creaciones de manos artesanas.

Es así como en esas alejadas tierras, son cerca de diez mujeres las que trabajan con destreza este arte y obtienen un ingreso, puesto que su imaginación las lleva al nacimiento de las más bellas y codiciadas piezas en cuarzo.

Hay que mencionar, que el material de trabajo nace con la tierra y es el cuarzo. Estas piedras son propias de la zona y las mujeres se dedican a cultivar en largas caminatas para escoger las mejores, que en su caminar, aparece como un tesoro.

Flor Escobar es una de ellas y nos cuenta que se dedica a esa actividad hace aproximadamente unos cuatro años.

Ella explica que la iniciativa se dio por medio de cursos de la fundación de Promoción y Desarrollo de la Mujer (Prodemu) y el Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap), quienes por medio de proyectos, les ofrecieron potenciar el trabajo local en diversas áreas.

En el caso de Flor y sus compañeras, optaron por dedicar su tiempo, en aprender este oficio, que a pesar de ser de índole masculino, ellas han sabido llevar del modo más delicado posible.

EL CUARZO: ORO PARA LAS ORFEBRES DE RERE

Esta piedra es un mineral común de la tierra, que se presenta en variadas zonas, tamaños y colores, es opaco y según las joyeras, de él nacen estas bellas piezas que en color blanco, llama el deseo a adquirir de cualquier persona.

De ello hoy hacen ego humilde sus mujeres, puesto que a pesar de ser un trabajo duro, con ayuda de su ingenio y talento, logran pulir la piedra para formar bellas aleaciones.

Además agrega que su labor parte luego de escogidas las piedras, cuando deben dar inicio al trabajo de pulir y trasformar las toscas piedra en brillante material de joyería.

“Esta piedra blanca nosotros la reconstruimos con metales que traemos en otras zonas y le entregamos más tonalidades” finaliza la mujer.

UNA PIEDRA PRECIOSA

El proceso parte cuando se busca darle belleza a esta roca, para transformarla en una pulcra piedra que brille ante quien la mire.

Esta faena se logra con la mezcla de otros tonos de colores y otras piedras, por medio del proceso de lapidación.

Acá se pule la piedra y se muele para darle otros tamaños, luego de eso parte el moldeado para entregarle bellas formas y fundir metales con resina, donde se añade el cuarzo que las hagan lucir como una perla.

FLOR: UNA ARTISTA DE LAS MANUALIDADES

Esta mujer rerina, también es dueña de casa y una excelente tía y nos dice que además de las habilidades manuales en orfebrería se dedica a hacer muñecos y también es artesana en madera.

Explica que en las manualidades muchas mujeres salen adelante ya que en Rere el trabajo es escaso, puesto que vive en una zona compleja.

“El invierno es crudo en esta zona, en este tiempo nos dedicamos a trabajar y luego vamos a diferentes ferias, para vender nuestros productos”, confidencia la esforzada mujer.

Quien cuenta con orgullo que luego de tener todos sus productos, los reúne con las otras emprendedoras y proceden a vender en diversas ferias de la provincia.

Así expresa que se desarrolla en diferentes expresiones, ya que le gusta presentar arte por medio del trabajo en sus manos, para terminar en numerosos lugares.

Ahora se preparan para las fiestas de verano, donde llegan con esa bella piedra, la que una vez fue parca y opaca, pero con el interés de estas soñadoras puede brillar de una manera impresionante.

Y es así como estas mujeres junto a Flor, se encargan de generar trabajo a 20 kilómetros de Yumbel, más allá de Bueruraqui, donde nacen esos bellos detalles.

Este es el tesoro que hoy se ubica en Rere, el pueblo que a partir su fundación en 1852 y desde el año de La Colonia, guarda misterios, como el de esas viejas campanas de oro, las que nunca se pudieron sacar de este lugar - como dice el dicho- ni con siete yuntas de bueyes, pero para volver sólo se necesitó uno.

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