Con la llegada de las altas temperaturas y la temporada de riego absolutamente desplegada nos surge, una vez más, la idea de organizarnos para los estudios y generación de un diseño que nos permita construir un embalse, con el propósito de disponer de agua para el desarrollo de la agricultura en la provincia. La idea del embalse no es nueva; no obstante, no ha habido capacidad para gestionarlo. Recuerdo cómo surge el Punilla, en la ahora región de Ñuble, que en su momento significó, al menos en el debate, una fuerte discusión en el seno del Consejo Regional del Biobío, principal patrocinador del proyecto. La cuestión era que, en ese momento, Ñuble ya nos había ganado la discusión por la construcción del poderoso canal "Laja-Diguillín", que en definitiva se llevaría una buena parte de nuestro vital elemento.

Organizarse en torno a este megaproyecto, que por cierto nuestra provincia requiere con urgencia, reclama la participación activa de los principales actores involucrados. Primero las voces autorizadas de nuestras asociaciones de regantes, luego el compromiso parlamentario y de todos los alcaldes, como también de los consejeros regionales, quienes deberán hacer prevalecer la viabilidad del proyecto, reconocido en los objetivos de la Estrategia de Desarrollo Regional, principal instrumento de planificación de la región.

El logro de un proyecto de esta envergadura nos permitiría seguir diversificando la matriz productiva en nuestros campos, especialmente en la producción de fruta, lo que permitiría, además, sacarle un mayor provecho a la Planta de Revisión e Inspección de Fruta Fresca de Cabrero, que cuenta con todas las exigencias y estándares americanos de exportación, asegurando así el desarrollo y el trabajo para nuestra gente.

Mario Morales Burgos

Profesor