Chile es un país rodeado de montañas; cerca del 70% del territorio nacional está conformado por sistemas montañosos. Aunque muchas veces no lo notamos, son parte esencial de nuestra vida: nos abastecen de agua dulce, alimentos y energía. Además, albergan una gran diversidad biológica y son fundamentales para muchas comunidades. Cuidarlas es vital para las próximas generaciones.

Cada diciembre se conmemora el Día Internacional de las Montañas (#MountainsMatter), establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2003. Su objetivo es concientizar sobre la importancia de estos ecosistemas, destacar su papel vital en el ciclo de la vida y promover su desarrollo sostenible. Cada año, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), organismo coordinador de esta efeméride, designa un tema específico para recalcar la importancia de la cordillera en nuestra vida. En 2025 el enfoque está en los glaciares, subrayando su rol en la agricultura, la seguridad hídrica y los medios de vida de comunidades que habitan en estas zonas.

Según datos de Greenpeace, los glaciares a nivel mundial contienen más del 70% del agua dulce del planeta. Regulan el ciclo del agua y el clima, y albergan una amplia biodiversidad. Sin embargo, estos ecosistemas se encuentran gravemente amenazados. El cambio climático y el aumento de las temperaturas han acelerado su derretimiento, proceso que se espera continúe en los próximos años. Cuando un glaciar desaparece, no se recupera. Su pérdida eleva el nivel del mar, puede causar inundaciones y contribuye a una futura escasez de agua dulce, afectando los suministros de consumo humano, la agricultura y la generación de energía.

Frente a este escenario, nuestro rol es fundamental. Podemos contribuir reduciendo la huella de carbono, usando los recursos de manera responsable y evitando la contaminación. Proteger los glaciares y los ecosistemas montañosos es proteger la vida.

Con la llegada del verano, muchas personas visitan zonas naturales y montañosas para realizar actividades al aire libre. Sin embargo, el aumento de visitantes también conlleva riesgos: más basura, daño a especies nativas y riesgo de incendios forestales. Estas acciones deterioran las montañas y contribuyen al retroceso de los glaciares. Por eso, es vital cuidar este espacio mediante pequeños gestos que marcan una gran diferencia. Si este verano va a hacer trekking, acampar o disfrutar de la naturaleza, recuerde recoger su basura, respetar la flora y fauna, evitar hacer fuego y proteger estos hermosos entornos.

El cuidado de las montañas no es solo tarea de instituciones o especialistas: es responsabilidad de todos. Cada acción suma. Los ecosistemas que admiramos también nos necesitan. Cuidarlos es cuidar nuestro futuro.

Anita Cisternas

Académica investigadora de la Facultad de Medicina Veterinaria y Agronomía

Universidad de Las Américas